Sólo duró 4 minutos y 40 segundos, pero el mensaje fue suficiente para desatar un océano de lágrimas contenidas en el abarrotado salón del consulado argentino en Nueva York. Allí sentados, con los ojos empapados de dolor por sus amigos fallecidos el martes en un atentado inexplicable, los cuatro compatriotas sobrevivientes enfrentaron a periodistas de todo el mundo y uno de ellos leyó una carta en nombre de todos. “Lloraremos siempre a nuestros amigos. Fue el amor lo que nos trajo aquí y fue el amor lo que nos seguirá uniendo”, dijo Guillermo Bianchini, uno de los que resultó ileso del ataque.

Los cuatro rosarinos egresados del Colegio Politécnico de Rosario ingresaron en silencio, con la mirada en el lustroso parquet de madera. Encabezaba Juan Pablo Trevisán; lo seguían Ariel Benvenuto, el propio Bianchini e Iván Brajkovic. Los acompañaban el cónsul Mateo Estremé y el vicecónsul Eduardo Almirantearena.

Era la primera vez que enfrentaban las cámaras desde la tragedia, aunque muchos ya conocían sus rostros felices, por aquella foto en la que se los veía con las remeras que clamaban “Libre” antes de partir para esta ciudad, pero sobre todo por el video que filmó Ariel con su celular y que dio la vuelta al mundo: se veía a los 10 amigos paseando en bicicleta, poco antes del atentado.

 

Habían viajado a celebrar juntos en Nueva York el 30 aniversario de egresados del secundario y el terrorista Sayfullo Saipov, nacido en Uzbekistán con residencia en EE.UU., los arrasó con su camioneta y mató a cinco de ellos: Ariel Erlij. Hernán Ferrucchi, Alejandro Pagnucco, Hernán Mendoza y Diego Angelini. Otro, Martín Marro, permanece internado en el hospital Presbyterian de Manhattan en condición estable, y recién el jueves recibió la noticia de que sus compañeros habían tenido un destino fatal.

“No hay forma de entender que un sueño se transforme en tu peor pesadilla. El sentimiento es intransferible y no hay palabra que lo pueda contener”, comenzó Guillermo, y aclaró que esa carta era un texto que “no hubiésemos querido escribir”.

“Hemos sobrevivido y hemos visto partir a nuestros amigos. ¿En qué se ha transformado el mundo? ¿Cómo alguien puede pensar, planificar y ejecutar un atentado semejante? No nos entra en la cabeza”. Pidieron justicia y que un hecho así no se repita en ningún lugar del mundo.

 

“Sabemos que un periodista americano ha escrito una nota sobre nosotros, sobre nuestra amistad y sobre el profundo significado que tiene la amistad para los argentinos”, señaló Guillermo, refiriéndose a la carta escrita por Brian Winter, que vivió varios años en la Argentina y relató su experiencia sobre la intensidad con la que se vive la amistad en nuestro país, tan diferente a otras regiones.

“Es un fuerte sentimiento de fraternidad que es un rasgo de la cultura argentina: amistades fuertes, duraderas, tolerantes y solidarias. Llegamos aquí empujados por ese sentimiento que se había forjado durante nuestra primera juventud y nos acompañó siempre, hasta ahora.

”A medida que las palabras avanzaban, las lágrimas de los sobrevivientes se desprendían sin remedio. “Lloraremos por siempre a nuestros amigos. Fue el amor lo que nos trajo aquí y ese amor nos seguirá uniendo. Ese fue y será nuestro camino. Ese maravilloso círculo de amor y amistad que cultivamos durante décadas fue lacerado. Tendremos que vivir con ese dolor a cuestas”.

“Tenemos que volver ahora. Tenemos que acompañar a las desconsoladas familias de nuestros amigos. Tenemos que ir en búsqueda de nuestras propias familias, de nuestros padres, esposas, hijos”.

 

Los funcionarios de la embajada tampoco podían contener su emoción. El cónsul y el vicecónsul, que llevan días sin dormir para ayudar a las víctimas y a sus familiares, también lloraban. Era el fin de un día largo, que había comenzado con la llegada de los familiares de Pagnucco a reconocer el cuerpo, que ya no está en la morgue sino en una casa velatoria en Manhattan, junto con los otros. Se prevé que el regreso de todos se concrete el domingo.

El clima en la sala era de dolor, respeto y admiración por la entereza de esos hombres que tendrán que regresar a casa con el cuerpo de sus amigos, y parte de su vida truncada.