Grecia, 5 de mayo.- Los griegos vivieron hoy una trágica jornada con tres muertos y 44 heridos a raíz de las masivas manifestaciones contra el plan de ajuste que implementó el gobierno del primer ministro, Yorgos Papandréu, para hacer frente a la crisis económica. Comprende recortes salariales, reducción de las pensiones e incrementos impositivos, entre otros sacrificios.

En este día de huelga general, convocada por los sindicatos mayoritarios griegos, Atenas fue escenario de los enfrentamientos más violentos, donde fuerzas policiales antidisturbios se emplearon a fondo para dispersar a grupos radicales, pero también a manifestantes más pacíficos furiosos por las severas medidas de austeridad.

Una de las tres personas que murieron hoy en el incendio de una sucursal bancaria en Atenas causado por el lanzamiento de un cóctel molotov era una empleada bancaria embarazada, según informaron los medios locales.

La empleada del banco, cuya identidad no fue facilitada, estaba embarazada de cuatro meses, y pereció de asfixia, al igual que sus compañeros, cuando intentaba escapar de las llamas a una planta superior del edificio situado en el centro de la capital.

Las otras dos víctimas mortales eran un hombre y otra mujer, también empleados del Marfin Eganatia Bank, propiedad del magnate griego Andreas Vgenopulos, considerado como uno de los hombres más ricos del país.

En los choques entre los manifestantes y las fuerzas antidisturbios resultaron heridos 29 policías y 15 civiles, además se registraron cuantiosos daños materiales, sobre todo en Atenas, pero también en las ciudades de Salónica, Patras e Ioanina.

Al anochecer, las calles y avenidas del centro de la capital griega por donde transcurrieron las protestas presentaban el aspecto de batalla campal, aunque los barrios turísticos e históricos en torno a la Acrópolis apenas se vieron afectados por los disturbios.

El primer ministro Yorgos Papandréu condenó hoy en el parlamento la violencia desatada no sólo por grupos radicales, sino también por muchos ciudadanos de a pie, que consideran un engaño el plan de ahorro que pide la clase política a la población.

La furia de los manifestantes se descargó contra oficinas bancarias y comercios del centro de la ciudad y automóviles. También sufrieron el embate de la protesta algunas oficinas públicas. También hubo casos de pillaje en el conflictivo barrio ateniense de Exarhia.

El gobierno griego impuso el plan de austeridad a cambio de una ayuda de 110.000 millones de euros de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Estos organismos acordaron contribuir con estos fondos si el país reduce su desbocado déficit.