Con su hijo. Chris Gard y Connie Yates con su hijo Charlie, en la unidad de cuidados intensivos del hospital Great Ormond, en Londres.

Los padres del bebé británico Charlie Gard, en estado terminal, anunciaron ayer que ponen fin a la batalla legal que mantenían con el objetivo de poder someter a su hijo a un tratamiento experimental en Estados Unidos (EEUU).


Los padres del bebé que ha estado internado desde hace varios meses en el hospital Great Ormond Street de Londres (Gran Bretaña), mantenían una batalla legal tras una decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para desconectar a Charlie de los aparatos que lo sostienen con vida.


Ambos sostenían que su hijo podría beneficiarse de un tratamiento experimental en EEUU y para ello habían recaudado más de un millón de libras en donaciones para financiar el viaje. Pero la Justicia argumentó que Charlie está siendo expuesto a un ‘dolor y un sufrimiento continuo‘ y que un tratamiento experimental, ‘sin perspectivas de éxito‘, no sería beneficioso para el niño.


Grant Armstrong, abogado de Chris Gard y Connie Yates (padres del bebé), dijo al Tribunal Supremo de Londres que ‘para Charlie es demasiado tarde, el tiempo se ha agotado y el tratamiento ya no puede ser exitoso‘.


El bebé de 11 meses que se mantiene con vida debido a estar conectado a un respirardor artificial, padece el síndrome de depleción de ADN mitocondrial, un extraño desorden que inhabilita la capacidad del cuerpo de dar energía a los músculos y además es ciego y sordo.


Armstrong anunció que los padres de Charlie tomaron la decisión después que un médico estadounidense dijera que era demasiado tarde para darle terapia con nucleósidos. ‘La peor pesadilla de los padres fue confirmada‘, expresó el abogado. Charlie fue examinado por el doctor Michia Hirano, de EEUU, quien había dicho que la terapia de derivación de nucleósidos tenía un 10% de probabilidad de lograr una mejora significativa en la condición del bebé.


Connie Yates dijo que esperaba que la vida de su hijo no fuera en vano, ‘sólo queríamos darle una oportunidad‘, y agregó que ‘se desperdició un montón de tiempo‘, según medios británicos.


El hospital londinense consideró que el tratamiento por el que abogaban los padres tenía mínimas posibilidades de éxito. Consideraron que solo alargaría el sufrimiento del pequeño.


Es por esto por lo que el pasado abril el centro sanitario llevó el caso a los tribunales para que se le autorizase a la desconexión. Entonces, el juez Nicholas Francis, del Tribunal Superior de Londres, sentenció, “con el mayor de los pesares” pero “con plena convicción”, que la mejor solución era la que proponían los médicos. Los padres decidieron llevar el asunto a una instancia superior, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Esa corte se amparó en los mismos motivos que señalaba el tribunal inglés. En un comunicado leído a las afueras del Tribunal Superior de Londres, Chris Gard señaló que ‘ahora la perspectiva de obtener mejorías son demasiado bajas‘ para el bebé.