"No hay grandes contagios locales en Nueva Zelanda. Hemos ganado la batalla", aseguró la primera ministra neozelandesa Jacinda Ardern en Wellington. Sin mantener la cautela ante el desconocido e incierto avance del Covid-19, Ardern está confiada de que en las próximas semanas la nación logrará las cero infecciones. Las palabras de la primera ministra se dan luego de registrar solo un nuevo caso confirmado este lunes, para un total de 1.469 y 19 víctimas fatales, entre los cinco millones de habitantes. Desde el 18 de abril que la nación registra nuevos casos diarios de un solo dígito.

¿Cómo fue esto posible? Desde que se inició la pandemia los medios alababan las acciones y estrategias tomadas por la premier de Nueva Zelanda, catalogándola como una "mujer eficaz", digna de admiración a la hora de encarar la crisis sanitaria. La ambición de Ardern generó la esperanza de los ciudadanos. El 16 de abril, la premier declaraba que "tenemos la oportunidad de hacer algo que ningún otro país ha logrado: la eliminación del virus".

Sin embargo, los expertos han indicado que el éxito de Nueva Zelandia será difícil de replicar en otros territorios como Estados Unidos. La ventaja del país es principalmente ser una adinerada pequeña isla en el hemisferio sur. Los costos de mantener la estrategia de Ardern son más altos de lo que la mayoría de los países estaría dispuesto a soportar.

Nueva Zelandia confirmó su primer caso de coronavirus el 28 de febrero. El 14 de marzo, cuando el país tenía solo seis casos, Ardern anunció que cualquier persona que ingresara al país necesitaría aislarse durante dos semanas, algo que en ese momento era una de las restricciones fronterizas más duras del mundo. El 20 de marzo se les prohibió a los extranjeros ingresar al país. "Dale duro y dale pronto" fue la frase que acuñó la premier como guía para la batalla contra el Covid-19. El 23 de marzo, cuando se registraban 102 casos confirmados y ninguna muerte, Ardern anunció que el país entraba en la fase 3 de bloqueo. Así, se cerraron negocios no esenciales, las playas y los parques, se cancelaron eventos y reuniones y se cerraron todos los colegios. Los bares y restaurantes también estaban cerrados, incluso para delivery y retiro. El 26 de marzo, el país pasó a la fase 4 del bloqueo, la más estricta, y se le ordenó a la gente que no saliera de su casa, excepto para hacer ejercicio cerca de su domicilio.

El transporte público se reservó para los trabajadores de sectores esenciales y se prohibió el transporte aéreo nacional entre regiones.

Nueva Zelandia también ha realizado masivas pruebas de diagnóstico, con 123.920 hasta la fecha. Ardern señaló hoy que el país tenía una de las tasas de prueba más altas del mundo, con la capacidad de realizar hasta 8.000 pruebas por día.

Por otra parte, la baja densidad poblacional del país también significa que es más difícil que se propague el virus. Solo 1,66 millones de personas viven en Auckland, la ciudad más grande de Nueva Zelanda.

Además, en relación con el factor económico tanto Ardern como el resto de su gabinete donaron el 20% de su salario en los próximos seis meses.

Con viento de cola
 

La geografía de Nueva Zelanda ha sido su principal aliada en esta lucha, puesto que al ser una isla la nación tiene un mayor control sobre quién puede entrar. Su vecino Australia está a un poco más de 4.000 km de distancia y las islas de Nueva Caledonia a casi 2.000 km.