Histórico traspaso. Por segunda vez Sebastián Piñera y Michelle Bachelet intercambiaron los atributos presidenciales. Ambos alternaron el poder de Chile desde 2010 y se extenderá por cuatro periodos de gobierno consecutivos, es decir, 16 años hasta 2022.

El multimillonario empresario y líder de la derecha, Sebastián Piñera Echenique, de 68 años, fue investido ayer por segunda vez como presidente de Chile en una ceremonia solemne celebrada en la sede del Congreso, en el puerto de Valparaíso de la que participó el presidente Mauricio Macri y el gobernador de San Juan, Sergio Uñac.

Piñera asumió con la difícil promesa de acelerar la economía para dejar al país encaminado al desarrollo y lograr consensos para "corregir" algunas reformas de su predecesora en una de las naciones más estables de América Latina.

Chile experimentó en los últimos cuatro años un crecimiento promedio del 2% anual, arrastrado principalmente por la caída del precio del cobre, del que el país es el principal productor mundial.

Durante su campaña electoral Piñera prometió acelerar y potenciar la recuperación económica de Chile, que en enero de este año obtuvo un crecimiento de 3,9% -su mejor registro para ese mes en cinco años. No obstante, para el sociólogo e investigador chileno Tomás Undurraga "Chile depende de los precios internacionales de las materias primas, una variable que escapa a las políticas que pueden implementar gobiernos en cuatro años".

Fue un impecable traspaso de mando donde abundaron los aplausos y víctores tanto para el flamate presidente y como par la mandataria saliente, Michelle Bachelet que ya avisó que aunque no abandonará la política no volverá a competir la presidencia de Chile.

"Sí, juro", dijo con voz firme Piñera cuando el presidente del Senado, el socialista Carlos Montes, le dirigió la pregunta de rigor con la fórmula: "¿Juráis o prometéis desempeñar fielmente el cargo de presidente de la República, mantener la libertad de la nación, resguardar la Constitución y las Leyes?".

Piñera ingresó al recinto para jurar como presidente minutos antes de las 12, en medio de vítores y aplusos, mientras se dirigía al estrado. Sólo se detuvo a saludar a su esposa, Cecilia Morel, y luego, tras un saludo cordial con Bachelet se colocó a su izquierda para comenzar el acto. Luego del juramento de rigor, la presidenta saliente, Michelle Bachelet, le entregó la banda presidencial a Carlos Montes, quien procedió a colocársela a Piñera.

Bachelet puso la nota de humor de la ceremonia al preguntarle a senador, que titubeó al intentar colocar la banda a Piñera, "¿Te ayudo, Carlos?", lo que provocó risas entre los dirigentes que estaban más próximos a la escena.

Codo a codo con Macri. Piñera agazagó a sus invitados con un almuerzo. Macri se sentó a la derecha del flamante presidente y Juliana Awada a su izquierda.

Tras el breve episodio, que sirvió para distender la solemnidad del acto, la mandataria saliente colocó en la banda la piocha de O"Higgins, uno de los símbolos del mando, completando el ritual.

Ambos mandatarios eligieron para esta ceremonia el color azul. Traje azul marino para el mandatario entrante y un tono azul oscuro, aunque un poco más claro, y con ribetes blancos, para la mandaria saliente.

Tras la ejecución del himno nacional, la presidenta saliente y todos sus ministros abandonaron la sala, no sin antes recibir aplausos. Los mismos aplausos, cánticos y hasta algún grito de "grande Bachelet", que recibió al ingresar al recinto, el mismo que hace exactamente ocho años, cuando Piñera recibió también de manos de ella por primera vez los atributos del mando, temblaba por las réplicas del terremoto que afectó dramáticamente a Chile en 2010. Tras la asunción, presidentes y jefes de Estado acudieron después del acto a un almuerzo institucional privado en el Palacio de Cerro Castillo. Allí, Macri y su esposa, Juliana Awada, tuvieron un especial protagonismo. Piñera sentó al mandatario argentino a su derecha y a la primera dama argentina a su izquierda, Macri fue el elegido para pronunciar una palabras tras el discurso de bienvenida del flamante presidente.