Buenos Aires, 4 de enero.-Nacido en Buenos Aires hace 80 años, Luis Héctor Villaba encontró su lugar en la provincia de Tucumán, donde se desempeñaba como arzobispo emérito y vivía el tramo final de su vida sin mayores sobresaltos. Sin embargo, su misión pastoral tendrá un nuevo capítulo, porque el papa Francisco decidió nombrarlo cardenal.

El religioso argentino se encuentra entre los cinco designados mayores de 75 años (sobre un total de 20 elegidos) que, por razones de edad, no podrán votar en un eventual cónclave para elegir un nuevo líder católico. Sin embargo, sí formará parte del Colegio Cardenalicio porque ha sido distinguido -al igual que sus colegas- por su caridad pastoral en el servicio a la Santa Sede y a la Iglesia.

"Ellos representan a muchos Obispos que, con la misma preocupación de pastores, han ofrecido testimonio de amor a Cristo y al Pueblo de Dios, tanto en las Iglesias particulares y en la Curia Romana, como en el Servicio diplomático de la Santa Sede", explicó Francisco este mediodía.

Villalba mantiene una antigua y cercana relación con el Papa: trabajaron juntos durante seis años consecutivos en el Episcopado Argentino, cuando Jorge Bergoglio era presidente y él se desempeñaba como vicepresidente primero.

Ese vínculo le abrió puertas para llegar al Vaticano a darle un abrazo al Sumo Pontífice, apenas dos días después de que fuera ungido como nuevo líder de la iglesia católica. En esa visita se convirtió en confidente de Su Santidad, quien le adelantó antes que a nadie que su primera medida iba a ser el nombramiento de ocho cardenales que lo acompañarían en el gobierno para aconsejarlo en forma permanente.

Decenas de charlas de amistad y viajes a Roma le dieron autoridad al arzobispo emérito de Tucumán para definir a Francisco -en una charla con el diario La Gaceta- de manera breve, pero contundente: "Lo conozco bien, es un hombre sencillo, simple, muy cercano a la gente, sin protocolo, muy fraterno, con una gran capacidad de discernimiento. Es un hombre misericordioso, es el estilo de Jesús".

Despedida de Villalba de la Arquidiócesis de Tucumán en 2011 Sobre el estilo del Papa, Villaba aclaró que "él está haciendo un cambio de estilo más que nada, no es que nos va a cambiar la doctrina"; en el aspecto en el que sí producirá aún más modificaciones -entiende el religioso- es "en la forma de relacionarse con la gente" porque apunta "a una iglesia más cercana al pueblo, al pobre, a los problemas. Y eso lo estamos viendo".

"Es un hombre que asume los problemas y no les tiene el miedo. El ejemplo es el sínodo extraordinario de la familia y el año que viene será el sínodo ordinario. Él ya dijo cual debe ser el estilo sacerdotal: sencillez, cercanía con la gente, no hacer carrera... Hay un cambio en el modo de vivir la vida sacerdotal", evaluó.

Un episodio polémico

En el año 2002, cuando todavía era arzobispo de Tucumán, Villalba quedó en el centro de la escena al intentar vetar la candidatura a gobernador de José Alperovich -en ese momento era el favorito en las encuestas- porque no era católico apostólico romano.

La Constitución provincial establecía que todo mandatario provincial debía jurar sobre los Santos Evangelios, y en este caso eso no ería posible porque el hombre que finalmente se impuso en las elecciones profesaba la religión judía.