El fallecido Pablo VI, cuyo papado se prolongó entre 1973 y 1978, ayer fue proclamado beato, alcanzando un momento de gloria ante decenas de miles de fieles que acudieron a una misa en la Plaza San Pedro, en el Vaticano.

El italiano Giovanni Montini (1897-1978) fue beatificado ayer por el papa Francisco. El argentino Jorge Mario Bergoglio recordó cómo el pontífice beatificado que concluyó el Concilio Vaticano II ‘condujo a la Iglesia con sabiduría y visión de futuro‘. ‘Pablo VI, en el momento en que estaba surgiendo una sociedad secularizada y hostil, supo conducir con sabiduría y con visión de futuro -y quizás en solitario- el timón de la barca de Pedro sin perder nunca la alegría y la fe en el Señor‘, dijo Francisco durante la homilía de la beatificación.

Después de la ritual petición de beatificación expuesta al papa por el obispo de Brescia, Luciano Monari, Francisco pronunció la

formula en latín que declaraba beato al pontífice que clausuró el Concilio Vaticano II y que firmó importantes encíclicas como la

‘Humanae Vitae‘.

Francisco leyó que ‘desde ahora el papa Pablo VI será llamado beato y se celebrará su fiesta, en los lugares y según las reglas

establecidas, cada año el 26 de septiembre‘.

La ceremonia eucarística comenzó con la lectura de la biografía del papa Montini por parte del postulador de la causa de beatificación, Antonio Marrazzo. Tras su entrada en la Plaza de San Pedro, Francisco saludó al papa emérito Benedicto XVI que asistió a esta beatificación, pues fue Pablo VI quien le nombró cardenal.

Estuvieron presentes en la ceremonia los 253 participantes en el Sínodo de la familia que concluyó el sábado pasado, ya que también esta ceremonia de Pablo VI clausuró la asamblea extraordinaria que se celebró en estos días. El milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI, y que le permitió ser beatificado, es la curación de un feto en 2001 en California (EEUU), después de que se diagnosticase que tenía graves problemas cerebrales, pero la madre se negó a abortar y el niño nació sin problemas.

Junto al altar se expuso como reliquia la camiseta ensangrentada de Pablo VI, después del atentado, en 1970, cuando un pintor

boliviano le hirió con dos puñaladas a su llegada al aeropuerto de Manila.

Montini fue el primer papa viajero y el autor de la ‘Humanae Vitae‘, que incluía la postura de la Iglesia Católica hacia el aborto, pero también hacia el control de la natalidad y los métodos anticonceptivos, explicando que sólo no eran pecado aquellos considerados ’naturales’ y otras medidas que se relacionan con la vida sexual.

Pablo VI fue beatificado durante una ceremonia que también clausuró el Sínodo extraordinario de la familia celebrado en estos

días en el Vaticano, ya que fue el papa Giovanni Montini quien instituyó este organismo de consulta.

Durante estos días los participantes en la asamblea de los obispos (Sínodo) han sentido ‘la fuerza del Espíritu Santo que guía y renueva sin cesar a la Iglesia, llamada, con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido‘, dijo el Papa.

Francisco encabezó ayer el cierre de un encuentro de obispos católicos que dejó en evidencia profundas divisiones en torno a asuntos como la homosexualidad y el divorcio, y dijo que la iglesia no debería temerle a los cambios ni a los nuevos desafíos. El Papa, que ha dicho que desea una iglesia católica más compasiva y menos rígida, hizo estos comentarios durante un sermón ante 70.000 personas en la Plaza de San Pedro.

Francisco dedicó buena parte de su sermón al sínodo, que abordó los controvertidos tópicos sobre homosexualidad y los cambios en las familias antes de un encuentro definitivo que se realizará en octubre del próximo año. ‘Dios no le teme a las cosas nuevas. Esa es la razón por la que nos sorprende continuamente, abriendo nuestros corazones‘, declaró. El Papa dijo que la Iglesia tenía que ‘responder con valentía a cualquier desafío que surja‘.

El pontífice describió al Sínodo, donde unos 200 obispos a veces sostienen acalorados debates sobre temas como la moralidad sexual, como ‘una gran experiencia‘ porque sus participantes pudieron hablar en un ambiente de ‘verdadera libertad y creatividad humilde‘. Ahora, dijo, ‘la iglesia no debe perder tiempo en la búsqueda de sanar viejas heridas abiertas y reactivar la esperanza de muchas personas que han perdido la fe‘. Fuentes: Efe y Reuters