Hace diez años, un grupo de mineros que trabajaba en un viejo yacimiento de oro y cobre, en  Copiapó, Región de Atacama, en el Norte de Chile, estaba terminando la hora del almuerzo, cuando cerca de las 14:51, hora de Chile, un derrumbe les bloqueó la única salida de la mina San José. 


A partir de ese momento cada día se transformó en una reclusión de la que quizá nunca saldrían. En la superficie se hicieron presentes los familiares e instalaron carpas formando un asentamiento que luego sería conocido como Campamento Esperanza. Esa que nunca desapareció, ni cuando dos días más tarde un nuevo derrumbe obstruyó la chimenea de ventilación, bloqueando el camino más rápido de rescate, ni cuando los mineros que subían por la escalera de emergencia comprobaron que un tramo no había sido colocado por la empresa, ni mucho menos cuando el ministro de Minería chileno, Laurence Golborne, declaró "son escasas las probabilidades de encontrar a los mineros con vida". 


Las protestas de los familiares hicieron que el gobierno de Chile decidiera realizar una perforación que comunicara la superficie con los mineros. En ese operativo se utilizaron distintos equipos de sondaje, de distinta tecnología y eficacia, todos apuntando al refugio. 


Los primeros intentos generaron falsas expectativas dado que fallaron. Hasta que el domingo 22 de agosto una sonda “rompió fondo” cerca del refugio, reavivando las esperanzas ya que al retirarla, a las 14:55, esta salió con marcas de pintura roja y, pasadas las 15:00, a varios se les nubló la vista cuando  el presidente chileno Sebastián Piñera mostró una nota, enviada desde el interior de la mina, con letras rojas que decía “ESTAMOS BIEN EN EL REFUGIO LOS 33”. Luego de 17 días, pocos los creían vivos.


Desde ese momento los especialistas e ingenieros desarrollaron el plan de salvataje definitivo al que llamaron Operación San Lorenzo, en honor al santo patrono de los mineros. 


Finalmente, el 13 de octubre los 33 operarios fueron sacados a la superficie, en un rescate que en total duró 25 horas y 12 minutos (desde que bajó el primero de los seis rescatistas, hasta que subió el último) y fue seguido por una audiencia global de alrededor de mil millones de personas.