"Cambia, todo cambia". Esa frase conocida, en el fútbol, tuvo, tiene y tendrá vigencia. Por eso el fútbol es así. Entrador. Pasional. Que da pie a una u otra opinión. Que encuentra la revancha a la vuelta de la esquina. Y que sirve para cambiar los ánimos. Justamente en este aspecto es donde San Martín hoy tiene su revancha. Prácticamente su volver a vivir.

Futbolísticamente el Verdinegro no desentonó en los últimos partidos con Franco como técnico. No la metía, eso es cierto, pero nunca renunció en ir para adelante. Claro, al no dársele los resultados, esa postura lo fue sumiendo en una curva descendente y preocupante. Llegó el cambio. Se fue Franco y llegó Garnero. La metamorfosis tuvo su costo. Fue el partido ante Merlo. Golpeados en lo anímico, los jugadores quedaron expuestos a la opinión negativa de todo el mundo. Pero ellos mismos sabían que la revancha estaba ahí nomás.

Y fue el viernes, en Buenos Aires. Ante un Chacarita que no llegaba bien pero que no dejaba de ser un adversario complicado, más jugando en su propio estadio. El nuevo esquema y los movimientos de piezas que practicó Garnero le dieron el fruto buscado. Porque el Verdinegro ganó el partido. Y lo hizo con autoridad. Claro, mucho tuvieron que ver cinco razones clave:

1 Equilibrio en defensa

El nuevo técnico eligió a Galarza para que ocupara el sector defensivo derecho. Y el jugador le respondió. Más de lo pensado todavía, porque cuando Grabinski tuvo que dejar la cancha en el complemento por lesión, Galarza pasó al medio y fue una muralla. Está claro que por su velocidad para marcar Galarza puede brillar al lado de otro más seguro y menos movedizo, como es el caso de Zamponi (o Grabinski si está bien). El pibe Más, metido en el partido, tiene un ida y vuelta demoledor. Entonces, el equilibrio defensivo rindió. Y el arquero Pocrnjic es un gigante. Eso sí, tiene que ajustar tuercas. Es vital para no pasar sofocones.

2 El motor, intacto

Se trata del mediocampo, sector en el que Scatolaro y Alderete componen una dupla de jerarquía. No sólo por el medio mismo en la zona de gestación, sino mordiendo, quitando y creando por los costados. Ambos son dos piezas vitales. La personalidad y el amor propio que demuestran deja en claro que con ellos el motor funciona. Ante Chacarita, Cantero fue un gran complemento. Por su despliegue y por su inteligencia. Así otra pieza aportó para el buen funcionamiento.

3 Poggi, donde pesa

Ocupó el lugar de Messera, mezclando su función de atacante neto por una de las puntas con la capacidad para organizar el juego ofensivo. El "Petiso" ya cumplió esa función en Huracán. Es más, brilló en ese lugar. Entonces, ahora puesto ahí, hace de las suyas, tanto que el viernes fue la figura. Como en la recuperación tiene menos desgaste y a veces se alterna con Scatolaro para marcar los tiempos del partido, es un lugar ideal para que siga creciendo.

4 Dos nueve, buen complemento

Si alguna vez muchos se molestaron porque Batistuta-Crespo no podían jugar juntos porque eran menos efectivos como delanteros, nadie puede decir que en Buenos Aires, Penco-Caprari se complementaron de manera ideal y, a su manera, fueron altamente efectivos. Nunca se molestaron. Penco atinó a moverse más por el medio y Caprari se mostró veloz e inteligente para aprovechar espacios por afuera. Entre los dos tuvieron no menos de cinco chances netas. Penco metió una, pero con sólo esa el equipo ganó.

5 Capacidad de orden

En esto mucho tiene que ver lo que analice, piense y ejecute el técnico Garnero. El viernes le preguntaron por qué San Martín desperdicia tantas oportunidades cuando al menos podría convertir la mitad de ellas y él contestó que eso es una buena ecuación matemática pero esto, en el fútbol, no existe. Porque hay grandes equipos argentinos que con una situación ganan el partido. Está claro que San Martín tiene que generar juego y tratar de convertir alguna de esas situaciones. Si es así, todo se le simplifica.