Cuando Marcelo Gallardo ingresó al entretiempo al vestuario de River en el estadio Arena do Gremio en el partido de vuelta por las semifinales de la Copa Libertadores, sabía que corría riesgo de ser sancionado. Había sido suspendido por "segunda reincidencia en ingreso tardío del equipo en el segundo tiempo" y no podía entablar contacto con sus jugadores. Dijo que lo había sentido, que lo necesitaba. "La realidad es que yo no tenía decidido bajar al vestuario ni mucho menos, fue impulsivo, algo sanguíneo", explicó días después.

Por su comportamiento, la Conmebol le prohibió el acceso a La Bombonera en la final de ida, tres fechas más de suspensión y una multa de 50.000 dólares. Lo que no podía presumir el técnico de River es que esa sanción lo iba a transportar al sector Este del Santiago Bernabéu, un espacio lateral que tiene a su espalda la calle Padre Damián. Gallardo verá el partido que decidirá el campeón de la Copa Libertadores desde un palco, cerca de donde comúnmente ve los encuentros el presidente de la institución madrileña, Florentino Pérez.

Le habían asignado un palco que estaba muy alto y que no era del gusto del entrenador. Ese lugar se encuentra arriba de donde se ubicará el grueso de los hinchas de River, en el sector norte del estadio. Gallardo pidió que se lo cambiaran y accedieron: lo terminará viendo en un palco que había sido destinado para dirigentes millonarios a la misma altura de las máximas autoridades del club español.

En el partido de ida en La Bombonera, siguió el 2 a 2 desde la concentración del estadio Monumental junto a Enzo Francescoli. Iba a estar en un palco en Núñez en el encuentro definitivo, pero el encuentro nunca empezó. La violencia, la política y los negocios llevaron el desenlace del partido más importante de la historia del fútbol sudamericano al Santiago Bernabéu, y a Marcelo Gallardo a un palco de privilegio. Matías Biscay volverá a ser el técnico de River en el campo de juego.

Fuente: Infobae