Clásico. Se jugó como se juegan estos partidos y Gonzalo Montiel, de River, no tuvo contemplaciones con Ramón Ábila. Boca hizo lo que pudo pero no le sirvió.

Boca no pudo... River no quiso. Con la apuesta de coraje, a los de Alfaro no les sirvió. Sin ser el de siempre, a los de Gallardo les alcanzó para meterlos en otra final de Copa Libertadores sin demasiado brillo y solamente aferrado en esa ventaja de la ida en el Monumental que terminó siendo mínima. Boca hizo lo que pudo. Remendado, con Ábila en una pierna, con Tevez sin ritmo y con Salvio en plena recuperación, Boca jugó lo que podía jugar. No pudo remontar la serie pero dejó otra imagen. River, aferrado a esa ventaja de la ida, terminó festejando otra clasificación pero sin el lujo ni el brillo que tanto le regalan a este mismo River.

Y Boca fue el Boca que hoy su presente le permite en el primer tiempo. Salió a toda presión, metió todo en esos primeros 15" y jugó a lo que se esperaba. Mucho roce, juego largo, profundidad. Le llegó a River con Salvio, con un par de centros mal cabeceados de Emmanuel Mas. Le alcanzó para controlar el juego colectivo y rápido, incomodando a un River que sin precisión, sin espacios se hizo controlable. Y claro, a los 22" pudo haber traducido ese gasto en ganancia pero una mano de Mas terminó anulando un gol de Salvio. Era el momento y Boca no lo pudo aprovechar. Decayó el ritmo, le dio lugar a River y empezaron las emociones del otro lado. Andrada resolvió algunas con una llamativa aceleración pero el clásico ofrecía lo que se esperaba. Y claro, Boca quiso cerrar esa primera parte con algo a favor y fue de pelota parada. Obligó al error y Enzo Pérez casi es villano cuando exigió a Armani en un córner. Se fue así ese primer parcial con Boca jugando a lo que puede hoy, siendo más pero sin sacar ventajas.

La final de Santiago está en duda y las chances de llevarla a Uruguay o Perú son un hecho.

En el complemento, era matar o morir. River nunca pudo terminar de acomodarse y Boca, ya pensó menos. Fue al frente, sin demasiada elaboración pero buscando el arco de Armani. Llegaron los cambios y ahí, Alfaro se jugó el resto con Zarate y Hurtado. Lo acomodó más ofensivo y River siguió sin ser River. No se soltaron Fernández ni Palacios, no hubo profundidad ni juego asociado. Si, le alcanzó con la inofensiva propuesta de Boca que sin Almendra en cancha fue previsible, lento, repetido. Fue el principio del fin para un Boca que no tuvo más respuestas ni futbolísticas ni anímicas. Tal vez en esa pelota parada que nunca llegaría, tal vez en un acierto individual que tampoco existiría. Llegó el gol de Hurtado, tardío para lo que Boca necesitaba pero merecido por la apuesta de un Boca que consciente de sus limitaciones, jugó a lo que pudo y no defraudó desde la actitud.

En Brasil es otro clásico

Flamengo, que fue campeón en 1981 de la Copa Libertadores, liderado por el inolvidable Zico, buscará llegar tras 38 años de ausencia a una nueva final del máximo certamen de clubes de Sudamérica cuando reciba hoy a Gremio, tricampeón del torneo, en el partido desquite por una de las semifinales. El encuentro se desarrollará en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, hoy desde las 21.30 (por Fox Sports), con el arbitraje del argentino Patricio Loustau, asistido por sus compatriotas Diego Bonfá y Gabriel Chade, mientras que a cargo del VAR estará el brasileño Raphael Claus.

El ganador de este encuentro jugará la final de la Copa Libertadores y el paso al mundial de clubes que organizará la FIFA en Qatar en diciembre ante River en el estadio Nacional de Santiago de Chile, el 23 de noviembre.

En el partido de ida jugado en Arena do Gremio, en Porto Alegre, igualaron 1 a 1 por lo tanto el que gane es finalista. Si se repite el resultado habrá remates desde el punto penal, si igualan sin goles avanzará Flamengo por el valor doble del gol anotado de visitante, con igualdad de más de un tanto clasificará Gremio. Flamengo atraviesa una notable coyuntura. El equipo carioca, el más populoso de Brasil, está primero en el certamen brasileño y con clara ventaja y es favorito.