Fuera del Covid-19, el impacto en la gente por la muerte de Diego Maradona no tiene comparación con ninguna otra noticia que me haya tocado relatar en varios años de trabajo. Y me tocó variadito: la destitución de un gobernador y el accidente en helicóptero de otro, protestas violentas, cinco presidentes en una semana, el Papa argentino, la muerte de un expresidente, entre muchas otras. Cuando el humo blanco del Vaticano coronó a Jorge Bergoglio como sucesor de Benedicto XI, fue algo especial y quizás lo que más se acerca a la muerte del Diego, aunque puedo asegurar que el impacto de ese importantísimo hecho religioso, fue menor. ¿De qué me tomo para semejante afirmación? no podría detallarlo, quizás es sólo una percepción y hasta puede ser una equivocada, lo admito. No estoy seguro incluso de que una noticia sea comparable con la otra, porque involucran a personas de ámbitos muy distintos que no tienen el mismo hilo conductor: una muerte y una designación. Tampoco sé si los aficionados al fútbol son más que los católicos en el mundo y quizás nunca nadie pueda saberlo, porque simplemente no es algo que a alguien le haga falta saber.

Probablemente la llave de esta incógnita esté en el carisma y la forma de vivir del 10. No encuentro otra forma de explicarlo. Maradona hizo de su vida lo que él quiso, y eso provocó amores y odios por separado y a la vez. Maradona fue justamente eso, un provocador, fuera y dentro de la cancha y se sabe que los argentinos amamos a esas personas. También el resto del mundo, se nota.

No encuentro muchos otros ejemplos de genios sobresalientes en esta era de la hiperconexión que hayan provocado con su partida lo que está provocando el 10. Ya van varias horas desde que todos nos enteramos de su muerte y cada vez se junta más gente en su Fiorito natal, en Italia, en Barcelona, en Buenos Aires. Llama gente a la redacción preguntando si vamos a publicar un suplemento especial mañana: claro que sí, no podríamos llamarnos diario si no lo hiciéramos. 

El cantante y compositor cubano Silvio Rodríguez popularizó una frase del alemán Bertolt Brecht que probablemente aplique al 10 y explique lo que todos estamos sintiendo: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”. Maradona, nos haya caído más o menos simpático, fue un imprescindible.