La gente que le gusta ver fútbol por la TV debe estar tremendamente feliz por estos días. Es que está viendo el mejor fútbol del planeta. Casi como si fuera un Campeonato Mundial. Se están jugando en forma paralela la Copa América por estos pagos y la Eurocopa en el Viejo Continente. Y si bien el tema está encarado de distinta forma, la pandemia del covid-19 también tiene su (gran) incidencia.

Se hace prácticamente imposible no comparar estos dos torneos. Es simple, su comparación lleva a sacar conclusiones para el Mundial del año que viene en Catar. Ahí, en tierras árabes, van a estar los mejores de ambos continentes. Y esto es como comparar el peso argentino con el euro. Es tan grande la diferencia que hoy un euro tiene el valor de 113 pesos argentinos. Ni hablar del euro blue que cuesta más de 200 pesos. Esa diferencia es justamente la que existe entre uno y otro torneo.

La Eurocopa tendrá nuevo campeón y en la Copa América puede repetir Brasil.

Si uno se pone la mano en el corazón tiene que decir que la Eurocopa le saca años luz a la Copa América. En todo sentido. En organización. En infraestructura. En el juego mismo. En todo. Hasta en el aspecto humano, porque el público actúa de distinta manera.

En la Eurocopa se puede ver los estadios casi llenos. Con más de 50.000 personas como mínimo. Y prácticamente a ninguno se le ve el barbijo puesto. Eso significa que no hay peligro de contagio del covid. O al menos eso parece. Acá, en la Copa América, no puede asistir público a los estadios. Y toda persona que circule cerca de los protagonistas debe estar con su barbijo puesto. Es evidente que sí existe peligro.

En cuanto a infraestructura, el estado de los campos de juego son la noche y la mañana. En la Copa América en sólo 10 minutos de juego el piso ya se ve arruinado en la mayoría de los escenarios. En la Eurocopa es todo lo contrario. En los doce países en los que se jugó la fase de grupos, octavos de final y cuartos el piso parecía un billar, como se dice. Queda como atenuante para los sudamericanos que Brasil fue electo sede de la Copa América 10 días antes de su inicio. Eso se debió a que Colombia y Argentina desistieron de su organización por distintos motivos. En Europa el torneo se organizó durante dos años.

En lo futbolístico el tema también es bien diferenciado. El progreso de los europeos es admirable al lado de los sudamericanos. Por nuestros pagos parece todo estancado y los mismos seleccionados de siempre son los que van a definir ésta Copa América. Tanto es así que sólo un equipo (Ecuador) está en reemplazo de otro (Venezuela) de los que jugaron los cuartos de final de la Copa América 2019. Los otros siete son los mismos.

En Europa, en cambio, se nota que hay progreso constante. Especialmente de los equipos que venían en un segundo plano. A saber, Francia y Croacia, campeón y subcampeón del mundo en Rusia 2018 no están en los cuartos de final. Portugal y Holanda, campeón y subcampeón de la pasada Eurocopa (en el 2019) tampoco llegaron a los cuartos.

Sí se vinieron los que tienen pergaminos, sufrieron un bajón por su transición pero ahora vuelven al plato fuerte: España, Italia e Inglaterra. Y los otros que buscan gloria en base a su progreso constante: Bélgica, República Checa, Dinamarca, Suiza y Ucrania.

Ahora, desde el viernes empieza la definición. Queda una gran pregunta: ¿Los sudamericanos achicarán la diferencia pensando en Catar? Por ahí no. Pero a no perder las esperanzas porque en los mundiales toda la tecnología, el dinero y otras diferencias quedan suspendidas en la nada. Y el que termina ganando es el fútbol. Ese deporte tan impredecible como bello.