La tercera fue la vencida para Sebastián Fernández, el atleta parapléjico sanjuanino que corrió por primera vez un Ironman y lo hizo en su tierra natal. Ya había tenido dos intentos fallidos en 2016 y 2017 y desde ese momento se preparó para la competencia que tuvo por primera vez como sede su San Juan.

 
Este domingo él fue profeta en su tierra. Y por donde pasó, recibió la ovación de los miles de sanjuaninos que se apostaron a ver el paso del Ironman 70.3. “Vengo pensando en el Ironman desde que me accidenté corriendo en moto y empecé a tener algunas limitaciones. Fueron caprichos que se me fueron poniendo por delante. Vencer a un limite que yo mismo me pongo, estas carreras como el Ironman vos no corres contra nadie, corres contra vos mismo. Arranca por capricho y después es un modo de vida porque vivís y morís para entrenar”, afirmó. 


El sanjuanino de 46 años siempre fue un apasionado por los deportes pero su vida le dio un giro en la tarde del 29 de mayo del 2011. En un circuito nuevo de motocross ubicado detrás de la Terminal de Caucete, donde se corría una fecha del campeonato Sanjuanino de la especialidad, el por ese entonces piloto sufrió una mala caída en un salto que lo dejó seriamente herido en su médula espinal y el diagnóstico fue el peor: paraplejia, lesión que le imposibilita de por vida mover los miembros inferiores de su cuerpo.


Fernández, que además es Contador Público, recuerda como si fuese ayer ese suceso que le cambió la vida: “Un metro antes de saltar yo sabía que me iba a caer pero no sabía que iba a pasar. Trate de hacerme una bolita y empecé a girar, en esos golpes que iba dando no perdía el conocimiento, veía el cielo y el piso, hasta que en un momento sentí el “track” y de ahí no sentí mas nada, parecía que estaba en el paraíso, solamente veía pero ya no sentía dolores”, comenta tal como si estuviera en una terapia más de las que hizo para superar el duro momento.


“Cuando terminé de revolcarme quedé en posición fetal y dije me quebré la columna, porque moví las manos pero cuando intenté mover las piernas pensé que se me habían salido, pero logré tocarme y las tenía. Yo estaba conciente y tranquilo en ese momento. Desde ahí estuve en terapia, me operaron, me pusieron prótesis y estuve con respirador”, explica. Después vinieron varios meses de rehabilitación en Córdoba, donde tuvo que aprender todo desde cero. Reconoce que en ese momento, le había perdido sentido a la vida pero fue él mismo quien cambió de parecer: “Viendo que ya no me iba a poder mover, no era muy agradable mi vida. Pero en Córdoba mis kinesiólogos me llevaban a juntadas y asados como mascota y me hicieron cambiar de parecer. Investigué la cantidad de deportes que se podían hacer en silla de ruedas y me propuse ir por eso. Le encontré el sentido a mi vida”, dice con una sonrisa enorme y agrega: “Siempre prioricé una buena calidad de vida y no una gran cantidad de años. Prefiero vivir dos años divertidos y no 70 aburridos”, comenta. 

Desde ese momento Seba practicó cualquier cantidad de deportes, corrió maratones, pentatlones, jugó al tenis y al deporte que sea, ahora está aprendiendo nuevamente a esquiar en nieve y también intentando subirse al kitesurf. Pero claro, correr un Ironman donde Fernández sin diferencias por su condición debería correr la misma distancia que los demás, lo atrapó y lo motivó hace años a ir por esa nueva meta. Debió nadar 1.900 metros, correr 90 kilómetros en bici y realizar 21 de prueba pedestre. 

“En el Ironman sos uno más. Corres la misma distancia que el resto y eso es algo que te motiva. En mi casa no recibir ninguna ayuda es un desafío más porque los triatletas convencionales en la natación prácticamente no usan las piernas para no cansarlas porque después les viene la bici y el trote, en mi caso yo nado con los brazos, me saco el neoprene con los brazos, me subo a la bici y hago todo con los brazos. No hay un segundo de descanso con los brazos”, explicó quien tuvo que realizar 8 meses de entrenamiento específico para esta competencia. 

Este domingo cumplió una meta más y desafió una vez más sus propios límites: “De ahora en más que meta me pongo? Vivir. Nada más que eso”, manifestó.