
Hay historias tan especiales en si mismas que empezar por su pasado, por su presente o por su futuro ofrecen el mismo crisol de interés para contarlas. Pero cuando en una sola confluye todo, es más que singular. Hasta único. Y el Sportivo Social La Cienaguita tiene esa particularidad: es pasado, presente y futuro juntos. Una historia que empezó ya hace 71 años y que en este 2017 se convirtió en año histórico porque por primera vez, el Azulgrana que tanto soñó con este momento, pudo y está jugando oficialmente en la Liga Sarmientina con los otros 11 equipos del departamento y con todas las de la ley: con árbitros, fixture, rivales, horarios. Así, como lo sonó alguna vez la abuela del actual presidente Oscar Suarez. Aquella visionaria que le regaló al club un terreno pegado al arroyito y que se terminó de comprar a unos mendocinos con una bolsa de azúcar de 50 kilos y otras de harina. Eso costó el predio. Eso y los sueños de todos los habitantes de La Cienaguita, al pie de las caleras, que querían sentirse pueblo en serio y aferrarse a una camiseta para inflarse el pecho con orgullo. Las ganas de aquel pasado, tenían que traducirse en el presente con obras. Y lo lograron.
La limpieza del predio, el emparejamiento y el cierre perimetral lo hicieron en tiempo récord. Con al apoyo del municipio y del concejal David Mortensen, especialmente, La Cinaguita puso a disposición de la Liga Sarmientina un campo de juego que es sencillamente espectacular por cómo y dónde está. Nivelado, bien cerrado, amplio, generoso pero metido donde ni el más osado podría pensarlo: entre algarrobos, pimientos y jarrillas, teniendo que cruzar el arroyito para poder llegar. Ahí está. Impecable. Lo riegan todos los días y como no hay disponible el agua de turno, con los fondos que llegaron al club, el presidente compró una bomba hidraulica que toma agua desde el arroyo y llega para que la familia Suarez le entregue todos los días horas y horas al riego.
La Cifra
80 Son los socios activos en La Cienaguita que pagan una cuota mensual de 10 pesos.
Pero están las pequeñas grandes obras que Omar, su presidente, es gestor, actor y hasta albañil. La vieja ramada de hace un par de años atrás quedó en el olvido y por ahora solo está ya listo el salón que es utilería, comedor, sala de reuniones y hasta camarines. Pero a altura de loza, con la previsión de sanitarios ya instalado y esperando el techado están ya los camarines de árbitros, visitantes y locales. Una obra que está en más del 75% y que esperan terminar ahora nomas. Y después, el gran sueño: el salón de 10 metros por 5 metros que está ya proyectado con materiales comprados y columnas armadas. Ahh, un apartado especial para esto: el que construye ladrillo a ladrillo es el propio presidente y hasta el plantel colabora en los contrapisos. Queda mucho y es ahí donde aparece el futuro. Ya está en negociación la compra de un terreno aledaño que llega hasta la ribera del arroyito y ahi está planificado un camping.
En lo deportivo, La Cienaguita ya lleva jugados 4 partidos en la Liga y en el clásico contra Divisadero recaudó 12 pesos. Fue fiesta en el pueblo y una sensación de que el premio a esperar 70 años, valió la pena.
Omar: el todoterreno

Es el actual presidente y nieto de una de las fundadoras del club. Jubilado en la minería, Oscar Miguel Suarez es el hombre orquesta de La Cienaguita. Además de presidir el club, de haber normalizado institicionalmente a esta institución que nació el 12 de octubre de 1945, Omar es albañil, canchero, utilero y hasta cocinero del plantel al que "agasaja’ después de cada práctica con el yerbeado y las sopaipillas que hacen en su casa o les acercan las mujeres de la zona.
"Esto es mi vida. Yo si no vengo al club, me aburro. Yo le hago a todo acá y siempre somos los mismos pero nos sobran ganas. Es orgullo el que sentimos. Haber conseguido entrar a la Liga Sarmientina es un sueño hecho realidad y queremos crecer. Llegar a la Copa de Campeones, estar mano a mano contra el que sea. Pero hay que trabajar y trabajar. Nos demoramos 70 años para llegar a competir en serio asi que nada nos frena’.