A lo argentino... A full. Sin desperdicios, disimulando errores, repartiendo pasión. Con algunos que pasaron de héroes a villanos, con otros que demostraron que estar en los colosos no les queda grande. Con el mundo mirando a Argentina, a esta misma Argentina que sufre, que pena, que se lamenta día a día, pero que es capaz de generar una definición apasionante de la Copa Libertadores de América. Solo en esta parte del mundo se puede ver, en otro lado no se consigue... Eso es seguro.

Fue empate 2 a 2 en la primera final. Igualdad que deja todo abierto para que en dos semanas más, la Copa Libertadores tenga dueño. Merecido, legítimo. Sea el que sea. Porque Boca y River entregaron ese clásico que todos querían ver. Con goles, pierna fuerte, atajadas. Un clásico con todas las letras que le puso suspenso al suspenso que se generó a partir de la clasificación de los dos colosos de Argentina a la final. Todo quedó abierto. Todo está por verse. Porque en el Monumental, el sábado 24, puede que pase cualquier cosa pero desde ya agradecidos porque entregaron lo que todos queríamos. Fueron esa megafinal que paralizó al país y que puso al mundo mirando al Sur.

Desde los dos arqueros hasta los dos centrodelanteros, todos cumplieron. En Boca, Rossi enterrando definitivamente aquellos latigazos que lo hicieron suplente de suplente. En River, Armani enjuagando la pilcha de ídolo con esa tapada milagrosa en el final cuando en los dos goles había tenido responsabilidad. En Boca, Abila pidiendo cancha a fuerza de goles y entrega. En River, Pratto haciendo olvidar a Scocco y todas las especulaciones con su potencia y sus goles. Cumplieron. En lo colectivo, River hizo un enorme primer tiempo con puntos altos en Pity Martínez y Pratto pero no pudo con Rossi que decidió demostrar que el arco de Boca no le queda grande. Hubo retoques tácticos sobre la marcha en Boca, precipitados por la salida de Pavón tal vez, pero se reacomodó con lo que tenía, le dio cancha a los dos 9 y eso le terminó cerrando la ecuación en el primer tiempo cuando fueron al golpe por golpe y terminaron ganando por 2-1. Pero River es River y en el complemento se recuperó desde su juego para empatarlo con algo de fortuna y el cabezazo involuntario de Izquierdoz. Fue clásico. De punta a punta porque Boca siendo dueño de casa buscó con el resto lo que necesitaba: su victoria. Con la historia de Tevez en cancha, casi rozó el milagro cuando Carlitos puso a Benedetto cara a cara con Armani pero esta vez, el 1 de River decidió demostrar su estatura real.

No hubo vencedores ni vencidos. El suspenso de la lluvia, de la postergación por 24 horas, valió la pena. El Superclásico fue lo que todos esperaban. No alcanzó para que ninguno se lo lleve. Sobró, eso si, para ponerle más suspenso a esta atrapante definición de la Copa Libertadores de América. Será premio para cualquiera. Para Boca y su generosa entrega, para River y su fútbol. Los dos lo merecen. Los dos lo dejaron más que claro en el primer capítulo de la serie. Una Copa más argentina que nunca...

Cuatro goles, partido abierto, apuestas fuertes. Un clásico que dio todo lo que se espera.