Alemania, Brasil y España. Esos tres en el orden que más guste. Hoy, a poco del inicio, son los candidatos por presente, pasado y futuro. Los demás, entre ellos Argentina, no convencen ni dan garantías para ponerlos en ese podio. Ojo, en un Mundial todo puede pasar, la suerte juega un papel clave, una pelota que no entra te deja afuera de la gloria. Pero pensando en frío, son esos tres.


Alemania es un relojito, que viene con algunas dudas en la previa pero que arrastra un trabajo de una década. No hay megaestrellas, pero le sobra con los jugadores de jerarquía para no tener problemas de estar entre los cuatro mejores. La contra que tiene es que no dispone de ese jugador que pueda romper un partido ‘chivo’.


España es el buen juego, aceitado, firme y contundente adelante. Si bien la goleada que le propinó a la Selección argentina no es parámetro, igual puede –si quiere- pintarle la cara a casi todos. Puede que carezca de esos delanteros que se carguen el equipo al hombro para buscar goles en momentos de partidos cerrados, tal vez esa solución la tiene en los centrales, Piqué y Ramos.

Brasil es todo lo que tiene que tener un equipo para alzar la Copa del Mundo. Delanteros explosivos, un distinto como Neymar y, como pocas veces, una defensa a prueba de balas. No recibió un solo gol en este 2018. ¿Contras? A priori, ninguna. Pero partidos malos pueden tener todos los equipos. Eso sí, a los cuatro debería llegar caminando.

Después vienen todos parejitos, pero un escalón abajo. En ese tándem está Francia, Bélgica, Argentina y por qué no un Sudamericano, como Uruguay y Colombia. Estos dos últimos pueden aspirar a la heroica de meterse en semis. Ojalá, por el bien del fútbol que todavía huele a potrero.

Y en cuanto a Argentina, todo es posible con Messi en cancha. Pero a las pruebas me remito. Aún con el mejor del mundo no hubo funcionamiento. Necesita que sus socios (Agüero, Higuain, Pavón, Di María o el que sea) estén iluminados. Que el pase sea al pie, que la pelota entre en el rectángulo del arco. Messi no puede con todo, aunque no lo parezca, es humano. La esperanza no la perdemos.