Dependiendo del país que sea, se suele decir que la justicia tarda, pero llega. En algunos lados esa "llegada" es más rápida que en otros, pero al final, la justicia hace su aparición. Bueno, en Madrid, todo indica que también llegó la justicia. En esta ocasión para con Cristiano Ronaldo, ese futbolista de 26 años con pinta de modelo, que se preocupa más por cómo sale en la pantalla gigante del Bernabeu que en marcar alguna vez un gol clave para el Merengue. Con la única excepción en este sentido del que le convirtió al Barcelona para ganar la Copa del Rey de este año.

Se sabe que el Madrid, denominada la Casa Blanca del fútbol mundial, hace de los jugadores marquetineros su principal arma. Los presidentes como Florentino Pérez lo marcaron así con los arribos de los Beckham o los Cristiano Ronaldo. Los casos de Figo y Zidane, pese que también son un gran producto publicitario, no encajan pues dentro de la cancha marcaban las diferencias en partidos claves y contra los Málaga, Betis o cualquier equipo que en nuestro país estaría en la B Nacional.

CR7 ganará esta temporada en el Merengue nada menos que 18 millones de euros. Viene de ser el goleador la campaña pasada con 40 tantos -un récord- y con la camiseta del Real suma 103 goles en 108 partidos. Números que asustan y asombran. Pero para el jugador que es comparado permanentemente con Lionel Messi, esto no alcanza. De hecho, el portugués desde el sábado ya no es ese ídolo indiscutido para los hinchas del Madrid. Parece, que por fin, se sacaron las máscaras de sus ojos y notaron que el ex novio de Paris Hilton en los momentos claves no aparece. Mira para otro lado. Se esconde. Un ejemplo: en el Mundial de Sudáfrica 2010, siendo la máxima figura de su Selección, transitó como uno más de los mortales. Algo que no lo es. Pero tampoco se trata del extraordinario jugador que nos quieren hacer creer desde Europa. El sábado, quedó claro lo que vale.