Tal como anticipó este diario, el pensionado de 53 años acusado de haber abusado de su hija durante 22 años ratificó ayer ante el juez Maximiliano Blejman (Sala II, Cámara Penal) que cometió esos ataques sexuales casi a diario, pero le pidió que le aplique un castigo menor al que acordó a través de defensa con el fiscal Daniel Galvani: "Tiene un minuto para escucharme", le consultó al magistrado. Y cuando este asintió, se despachó: "Yo no soy un genocida, no maté a nadie (...) tampoco tengo antecedentes, si lo puede tener en cuenta se lo pido, porque 17 años son muchos", dijo el acusado.

El hombre había sido denunciado por su propia hija (empleada en una fuerza de seguridad) el 19 de junio de 2020. Esa vez la joven dijo que incluso hasta ese mismo día había sido manoseada (ya tenía 29 años) pero que su tormento comenzó a los 7 años, cuando comenzó a manosearla y se potenció tras la muerte de su madre cinco años después, cuando los abusos pasaron a mezclar cotidianas violaciones y hasta la obligación de dormir junto a su papá, como si fuera su mujer. Amenazas, denigraciones y persecuciones, que incluían llamados cada 15 minutos a su trabajo, formaron parte del diario convivir de esa chica. "Vos sos mía y de nadie más", le decía. Hasta que ella se hartó y lo denunció.