Carlos Fernández detenido por la Policía Federal

El caso del coach español Carlos Fernández, detenido el pasado viernes en San Juan, arroja novedades por más salientes, de acuerdo a lo que revela en la edición de este martes el diario El Mundo, uno de los más prestigiosos de España. Es que, en base a fuentes policiales, se dio cuenta que este exconcejal andaluz hacía las veces de informante y que ello permitió la detención de dos sujetos involucrados en la causa 'Malaya'. Esto le dio aire a Fernández para que no lo detengan antes, a pesar que lo tenían localizado.

Fernández, allá por el 2006, dijo que iba a hacer el Camino de Santiago y en realidad inició una huida que acaba de terminar ahora en Argentina, tras 11 años de prófugo de la Justicia. No se activó su búsqueda internacional hasta 2010, seis años después de su fuga

Según varios policías, el ex concejal de Marbella ayudó a apresar a Roca y Julián Muñoz. Se le tuvo siempre localizado, pero como estaba colaborando se decidió no detenerlo. Se le arrestó justo cuando podrían haber prescrito sus causas, explica el diario español.

Cómo fue el raid de la huida

Noche del 26 de junio de 2006. El jefe de la policía local de Marbella, Rafael del Pozo, está viendo la televisión en su domicilio de la urbanización marbellí de Torre Real. Son tiempos convulsos en la Costa del Sol. La operación Malaya está en marcha. El Ayuntamiento ha sido disuelto y su alcaldesa, María Eugenia Yagüe, y el asesor de Urbanismo, Juan Antonio Roca, han sido detenidos dos meses atrás salpicados por un escándalo de corrupción de dimensiones aún desconocidas. El agente está al borde del sueño, pero una llamada desde un número "largo y extranjero" le despierta. Es Carlos Fernández, antigua mano derecha de Jesús Gil, ex edil del Partido Andalucista y uno de los urdidores de la moción de censura que en 2003 arrebató a Julián Muñoz el bastón de mando cuando estaba en pleno romance con Isabel Pantoja.

"¿Hay alguna novedad por ahí? Yo estoy en León haciendo el Camino de Santiago", le comenta el ex edil con voz nerviosa, según recuerda Del Pozo. «Por aquí todo tranquilo. ¿Por qué?», le responde el policía. «No, por nada...yo bajaré a Marbella la semana que viene cuando acabe el camino», le dice Fernández antes de colgar. También había llamado a su antiguo abogado, Antonio Caracuel, para informarle de que llegaría a Marbella en esas fechas. Sólo un día después, varios ex concejales serían detenidos en la segunda fase de la operación Malaya...

Fernández había recibido "un soplo" y era ya conocedor de que podía ser arrestado, según fuentes policiales. Dos meses antes había sido condenado a dos años de prisión por malversación de caudales públicos. A través de su letrado se puso en contacto con el juzgado para informar de que se personaría ante el juez Miguel Ángel Torres para colaborar cuando acabase sus rezos al apóstol Santiago. Pero era sólo una excusa para ganar tiempo y emprender una fuga.

Fernández en su época de concejal

El expolítico, que había pernoctado el 25 de junio en un hotel de cuatro estrellas de Ponferrada (León), ya estaba rumbo a Latinoamérica cuando su abogado se comunicó con el juzgado. Un policía le avisó de que pesaba una orden de detención sobre él y por eso huyó con cierta facilidad y 3.000 euros en el bolsillo. Él tuvo un trato diferencial respecto a otros encausados en la operación Malaya porque no se le obligó a volver de sus vacaciones como sí hicieron con la entonces teniente alcalde socialista, Isabel García Marcos, que regresó desde Moscú y fue detenida en el mismo aeropuerto de Málaga. "¿Por qué no le detuvieron en León donde estaba localizado? ¿Por qué no le obligaron a interrumpir el Camino de Santiago como hicieron con las vacaciones de otras personas? Pues porque se le dejó escapar porque ya se sabía que iba a colaborar a cambio de esa protección", comenta el abogado de un condenado por el caso Malaya.

Tras una parada en un monasterio benedictino de la provincia de León, cruzó la frontera con Portugal y se desplazó hasta Lisboa. Desde allí voló a Sao Paulo (Brasil) y el 2 de julio de 2006 aterrizaba en el aeropuerto de Ezeiza (Buenos Aires). Jugó a su favor que el magistrado Torres aún no había activado la orden de búsqueda internacional, recién ordenada en 2010.

Nunca más se supo de Fernández hasta el pasado viernes, a las tres de la mañana, cuando agentes de la Policía Federal argentina le detenían en Rivadavia. Su letrado y hermano, Antonio Fernández, insistió en que se había entregado al haber prescrito sus causas (malversación, prevaricación y cohecho), pero la policía argentina habló de arresto y no de entrega. 

Los agentes posaron con Fernández (49 años). Había engordado y, según la policía argentina, se había sometido a varias operaciones de cirugía estética. Un extremo negado por los familiares de Fernández y, de hecho, apenas se aprecian cambios en su rostro. Era su primera imagen tras 11 años en supuesto paradero desconocido, pero investigadores españoles revelaron que siempre ha estado ubicado. "Lo hemos tenido localizado siempre. Él tenía una orden internacional de búsqueda, pero nunca fuimos a por él activamente. Nos facilitó información que posibilitó que Juan Antonio Roca, Julián Muñoz [éste siempre se ha referido a él como "el chivato"] y otros entrasen en la cárcel. Nos dio los seis teléfonos secretos que usaba Roca para hablar. También nos permitió pinchar el móvil del chófer de Roca para saber cuándo se veía con constructores para recibir las mordidas. Carlos era nuestra garganta profunda", dice un veterano policía y que publica El Mundo.

Fernández visitó Buenos Aires en 2007, donde fue visto cenando en un restaurante por el periodista Pepe Oneto. Fernández cambió su apellido por Hernández y decidió establecerse en Rivadavia donde tuvo una vida normal.

Tampoco se hizo nada para encontrar a Fernández cuando el que fuera responsable de la grúa de Marbella se lo encontró en 2011 en el aeropuerto de Buenos Aires. Esa información se le trasladó al juez del caso Malaya, pero la Policía públicamente aseguraba que se habían "agotado las líneas de investigación" para localizar a Fernández en unas fechas en las que el prófugo se paseaba con su mujer por eventos en Argentina.  Así las cosas, hasta el último viernes nadie quiso hacer demasiado para apresar a Fernández, o bien Herández, como se lo conoció en San Juan.