En las afueras de Tribunales, los cánticos y los pedidos de justicia se multiplicaban con un megáfono. Adentro, en la sala de juicio, Diego Alvarez (29) parecía comprender que su suerte estaba echada: en sus últimas palabras ante los jueces Miguel Dávila Safe, Víctor Hugo Muñoz Carpino y Juan Bautista Bueno, apeló a la indulgencia de los padres de esa joven que le dio dos hijos y a la que ultimó de una manera terrible, decapitándola, descuartizándola y quemándola entre membrana asfáltica y neumáticos de auto la mañana del 11 de julio de 2019. "Perdóneme, cuídenme los chicos, sé que son buenos padres", dijo. Momentos después, el tribunal de la Sala I de la Cámara Penal adhería por completo al pedido de la fiscal Marcela Torres y de la abogada de la parte querellante María Noriega, y condenaban a prisión perpetua a ese changarín por un homicidio doblemente agravado (por el vínculo y femecidio) y por las lesiones leves contra José Guajardo, el joven con el que la sorprendió aquel día y al que lastimó en un brazo con una piedra que le lanzó, enfurecido.

Cuando el fallo se conoció en la calle, hubo celebración entre los miembros de las agrupaciones de familiares de víctimas de violencia de género, y lágrimas en los padres y las hermanas de Brenda, al fin, perpetua era lo que pedían para Alvarez. "Por fin mi hija descansa en paz", dijo Laura Requena, su madre.

El fallo del tribunal representó un revés para los abogados Alejandro Castán y Alejandro Oliver Montilla, que al cabo de sus alegatos habían pedido castigar al changarín con una pena atenuada por circunstancias extraordinarias, como el tremendo shock emotivo y psicológico que le significó ver a su mujer con otro. En todo caso, insistieron en calificar el delito como un homicidio cometido en estado de emoción violenta.

Fiscalía se había opuesto a considerar que en el hecho hubiera mediado algún tipo de shock, pues consideró que Alvarez ya sabía que su pareja le era infiel y que ideó un plan para eliminarla por completo (de ahí el fuego con neumáticos) con total frialdad y sin ningún remordimiento o culpa, pues para él Brenda era una más de sus cosas y así la había tratado siempre.

El fallo no está firme, pues la defensa de Alvarez aún puede recurrir ante la Corte de Justicia para intentar revertirlo.