Víctimas. Raúl Cortez quiso resistir el ataque de los ladrones pero le dieron un cachazo y le partieron la cabeza. También golpearon a su mujer y a su hijo.

Un gremialista, su esposa, dos hijos y un nieto de 8 meses, sufrieron momentos de extrema tensión ayer a las 5 de la mañana en su casa del barrio Dique 1, en Ullum, al ser sorprendidos por tres delincuentes que luego de amenazarlos y golpearlos con un revólver y un destornillador, se alzaron con unos $100.000 que el dueño de casa ahorró de su jubilación y dos celulares. Las víctimas fueron Raúl Cortez (69, miembro del gremio Soeva), su esposa Hipólita Figueroa (72), su hijos Esteban (45) y María Eugenia (48, tiene síndrome de Down) y un nieto de los dueños de casa, de 8 meses.


Fue el segundo robo que sufren. El 29 de diciembre pasado, cuando no estaban en su casa, se metieron y robaron otros $40.000 que había ahorrado Hipólita, dijeron ayer.
Según las víctimas, los delincuentes entraron por una puerta del fondo, con sus rostros cubiertos y enfilaron derecho a la habitación donde dormía Esteban.
‘Me tocaron el hombro y me apuntaron con un arma que creo era un 22 o 32 largo y me preguntaron dónde estaba la plata, pero yo les dije que no sabía nada porque de verdad no sabía de qué me hablaban‘ contó.


Fue entonces cuando empezaron los golpes y la violenta búsqueda de los asaltantes, pues no se conformaron con esa respuesta. Al escuchar los murmullos y ruidos, el matrimonio de jubilados, que dormía en la habitación de al lado, fue a ver que ocurría cuando se encontraron cara a cara con los asaltantes.


Sin dudarlo, Raúl lanzó un puñetazo desde atrás al hombre armado, pero éste le respondió con un culatazo en la cabeza y le abrió una herida que dejó un reguero de sangre en paredes y puertas. Entonces Hipólita intentó en vano pedir auxilio a los gritos por una ventana, pero los malvivientes también la atacaron a golpes para silenciarla.


‘Lo único que les pedía era que no le hicieran daño a mi hija María Eugenia porque ella no entendía nada y estaba solita en el comedor viendo televisión‘, dijo ayer entre lágrimas la mujer con los brazos llenos de moretones a causa de los forcejeos.
Tras atar de manos al matrimonio y su hijo en la cama, empezaron a interrogarlos a golpes por el dinero mientras revolvían todas las habitaciones. Dado que no respondía, se llevaron a Raúl a otra habitación para seguir exigiéndole sus ahorros hasta que finalmente, por miedo a que empeorara la situación o que le hicieran daño a su hija, confesó donde los escondía. 


Tras violentar el placard en la habitación donde pareja dormía, encontraron la caja metálica donde Raúl tenía los 100.000 pesos que había ahorrado de su jubilación desde hace dos años -dijo ayer- y que planeaba usar para ampliar su casa, construir un baño y comprar mercadería en la capital.


Los ladrones huyeron por el fondo no sin antes dejar al matrimonio y su hijo atados con precintos. Tuvieron que ser liberados por vecinos que oyeron los pedidos de auxilio de la mujer y alcanzaron a ver también la huida de los asaltantes.


En la Policía sospechan que los delincuentes llegaron y se fueron en moto. Y ayer recababan pistas a través de testigos y algún registro de cámaras de vigilancia para intentar dar con los asaltantes.