Buenos Aires, 9 de junio.- La pareja acusada del crimen del
subteniente de la Policía Bonaerense Aldo Garrido confesó hoy la
autoría del homicidio, en la primera jornada del juicio que se les
sustancia por el hecho, aunque el hombre sostuvo que el disparo se produjo en forma accidental y que su mujer fue la que "remató" al agente al forcejear con él.
El asesinato se produjo hace tres meses, en un intento de robo
a un comercio de la ciudad bonaerense de San Isidro, en el norte
del conurbano.
Néstor Luque y su pareja, Débora Acuña, ambos de 29 años,
aceptaron declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 5 de San Isidro, al cual dijeron que balearon a Garrido (61).
Luque dijo que "se me escaparon dos disparos en un forcejeo" y
destacó que su pareja fue quien "remató" al policía con su propia
pistola reglamentaria 9 milímetros, cuando éste estaba
arrodillado, dato que fue ratificado por la mujer quien señaló que tiró "para abajo".
Pero en un intento de alivianar la situación de ambos, el
hombre sostuvo los disparos fueron hechos en un forcejeo, que sólo salieron a robar y que no tenían intención de matar.
Ambos están acusados por el delito de "homicidio doblemente
calificado" agravado por "crimins causa", es decir para ocultar otro
delito, en este caso el robo y por la condición de policía de la
víctima.
En caso de ser encontrados culpables, los acusados podrían ser
condenados a la pena máxima de reclusión perpetua, como lo pedirá en su alegato el abogado querellante Marcelo Rochetti.
"Ella declaró que tiró para abajo, pero abajo estaba Garrido",
sostuvo el letrado, que consideró que habrán "intentado preparar
su declaración pero no les salió nada bien".
En declaraciones a la prensa, la viuda de Garrido, Marta
Barberis, calificó a los imputados como "dos pobres personas" y
sostuvo: "Me da ganas de ir a pegarles".
"El (por Luque), se puso a llorar y ella (por Acuña) es muy
fría, es una basura", señaló Barberis, quien refirió que en su
declaración la mujer "dijo que Garrido ya estaba arrodillado, se estaba cayendo, se estaba muriendo", cuando fue rematado de dos tiros efectuados con la pistola 9 milímetros de la víctima.
También se escuchó la declaración de testigos, entre ellos las
empleadas del local donde ocurrió el crimen y peritos que
actuaron en la investigación.
El crimen de Garrido provocó conmoción en San Isidro, no sólo
por las características, sino por las cualidades humanas del
policía que tenía 30 años de servicio, cumpliendo tareas en el centro comercial de ese partido. El policía había pedido continuar en actividad pese a que tenía edad para jubilarse.
El ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, y el
Secretario de Investigaciones de esa cartera, Paulo Starc,
asistieron a la primera jornada del debate que llevan adelante los jueces Mario Kohan, Raúl Neu y Ariel Introzzi Truglia.
Además, los jueces rechazaron un pedido de la defensa oficial
de Acuña para que se declaren nulas las indagatorias a su asistida
y otro para impedir que la querella acuse en el juicio.
Garrido, ascendido post-mortem a capitán, fue asesinado el 17
de febrero pasado, cuando recorría la zona comercial y advirtió
una situación sospechosa en un negocio de ropa "Kevingston" de
Chacabuco 361, a la vuelta de los tribunales de San Isidro.
Al ingresar vio que las dos empleadas no estaban y lo atendió
Acuña, que se encontraba embarazada. Garrido sospechó y fue al
fondo del negocio, de donde salió Luque, que le efectuó dos disparos con un revólver calibre 32 a la altura del vientre.
El policía cayó y mientras estaba arrodillado la mujer le
quitó su arma y le pegó dos balazos que le provocaron la muerte.
Los investigadores llegaron a la pareja por un llavero con la
foto de su hijo de 5 años y un boleto de colectivos de un viaje
desde Pablo Podestá hasta San Isidro de esa misma mañana, que se les habían caído a los acusados.
Los policías recorrieron jardines de infantes de la zona de
Podestá hasta que el chico fue identificado y fueron en busca de sus progenitores.
Según la policía, la pareja estaba por escapar, pero al ser
sorprendida confesó y reconoció que las armas estaban escondidas en el baño de la vivienda, donde se encontraron elementos con manchas de sangre de Garrido. Los dos fueron detenidos.
El juicio se hizo en tiempo récord. Estaba previsto que
comenzara la semana pasada, pero se postergó porque la imputada tuvo un bebé seismesino que debió permanecer en incubadora.
Mañana serán los alegatos de las partes: el fiscal general
adjunto de San Isidro, Eduardo Vaiani; el instructor de la causa,
Diego Callegari, Rochetti y la defensa, mientras que la semana
próxima se dará a conocer el veredicto.