Libre. Juan Pablo Alé (28) ayer junto a su madre, luego de saber que podrá volver a su casa tras un año y medio en la cárcel de Chimbas.

La certeza es, por ley, el estado de convicción mental al que debe llegar un juez para decidir si una persona debe o no ser condenada por cometer un delito. Un estado intermedio, la duda, es también por ley una condición que favorece al imputado. Y ayer la fiscal Leticia Ferrón de Rago aseguró que le quedaban muchas dudas y hasta sospechas sobre la forma en que Juan Pablo Alé (28) fue vinculado al crimen de un vecino suyo en Pocito, el jubilado Antonio Tapia (67). Y pidió que lo absolvieran. Ese planteo fue compartido por el juez Ernesto Kerman (Sala II, Cámara Penal) y Alé recuperó su libertad, tal como lo había pedido también su defensor, Manuel Giménez Puchol.


Tapia había sido asesinado a golpes en la cabeza alrededor de las 2 del 5 de mayo de 2017 en su precario rancho del callejón Alamino, al Oeste de Joaquín Uñac (o Mendoza) entre las calles 14 y 15, Pocito. Se supone que quien lo mató buscaba los $128.300 que días antes le entregó a una de sus hijas, por miedo, pues ya se habían metido a robarle.

La fiscalía describió hasta como sospechosa la forma en que Alé fue vinculado al crimen

"Si tenía las herramientas de mi papá en su casa, la huella de su zapatilla estaba donde vivía mi papá y su padre dijo donde estaban las otras herramientas que robó, no lo entiendo, no es justo. Tengo mucha bronca, pero van a caer todos pero más me interesa el que le pasó los datos", dijo ayer María Tapia, hija de la víctima, indignada.


"Yo soy incapaz de hacer algo tan grave como lo que le pasó a ese hombre. Soy inocente", había dicho casi entre lágrimas Alé, quien luego de conocer el fallo se abrazó su madre. Y un psicólogo pareció confirmar que no es un asesino, al precisar que es alguien con una personalidad infantil, sin tendencias hostiles, incapaz de matar.


Ese informe había sido clave junto a otras pruebas, como testigos, en el pedido de la fiscal. Así, Fiscalía remarcó también que le causó dudas el perito que refirió que las zapatillas de Alé (secuestradas en otra investigación, no por el crimen) se "corresponderían en un 90%" con la huella hallada en la escena del crimen, cuando lo esperable era que hubiera dicho que la correspondencia era total.