El fin de semana fueron platos y ollas. Quince días atrás, los cables de luz que alimentaban un depósito y el mes pasado algo mucho más valioso: un ecógrafo portátil valuado en 20.000 dólares que alguien, sin romper nada, robó de un consultorio. Esta es la seguidilla de ataques del que es blanco el hospital César Aguilar de Caucete y que, según su director, Roberto Villamayor, se deben a la ausencia de la guardia policial que fue removida a principios de este año. Este es el segundo nosocomio provincial que se queda sin uniformados. Desde hace más de veinte días y sin previo aviso, el hospital de Niños Juan Carlos Navarro se quedó sin los dos policías que cuidaban constantemente el lugar.
El último ataque que hubo en el hospital de Caucete fue el sábado a la madrugada cuando desconocidos entraron a un nuevo depósito, inaugurado el jueves pasado en la parte Oeste de predio. Ese día, rompieron a pedradas dos reflectores que iluminaban esa parte y violentaron el candado del portón para llevarse unos 30 platos, dos ollas grandes y un colador que estaban en desuso. Estos objetos iban a ser donados a comedores de ese departamento a través del municipio caucetero, contó ayer Villamayor.
Quince días atrás se robaron unos cinco metros de cable de luz que alimentaban a ese depósito y el mes pasado alguien entró al consultorio de ecografía sin forzar ninguna puerta. En ese sitio había un ecógrafo portátil en su caja valuado en 20.000 dólares y ningún empleado del hospital pudo identificar quien lo robó, comentó preocupado el director.
Pero los robos no son lo único que aquejan a los profesionales y a comerciantes que tiene su negocio en la puerta del nosocomio. Según Villamayor, el vandalismo es moneda corriente en el lugar por la falta de custodia policial. Es más, hay algunos médicos que ya no van a trabajar en sus vehículos por los constantes robos del que son blanco sus autos, aseguró el médico. Marcelo Arroyo es un kiosquero que tiene su negocio sobre calle Juan José Bustos, frente al hospital. Desde hace dos años, y cansado de tantos saqueos, escribió a los ladrones un mensaje muy particular y hasta un tanto gracioso: "En este kiosco no hay dinero, plata ni joyas. Por favor no robarme más".
"Nos rompen a pedradas las farolas, las ventanas, dañan el establecimiento y encima nos roban en los autos… ya no sabemos qué hacer para frenar estos ataques. Cuando estaba la guardia policial estábamos más seguros pero de un día para el otro desaparecieron sin que nadie a mi me notifique algo. Como mínimo quiero que los policías regresen. Eso sería lo ideal", aseguró el director, Roberto Villamayor.