El autor de la masacre del Barrio Trapiche, Daniel Zalazar (30), se declaró culpable de los asesinatos de Claudia Arias, Susana Ortiz y Vicenta Díaz y fue condenado a prisión perpetua en el marco de un juicio abreviado en el que acordó la pena con el fiscal de la Cuarta Cámara del Crimen, Alejandro Iturbide.

 

De esta manera, Zalazar logra evitar el escarnio público que iba a producirse cuando comenzara el debate oral en el juicio programado para el próximo 15 de noviembre. Además, declarándose culpable podrá acceder al beneficio de ser trasladado al penal de Río Gallegos, ciudad de la que es oriundo y donde reside toda su familia. 

 

Actualmente, el homicida se encuentra alojado en el penal de Boulogne Sur Mer, donde no la estaría pasando nada bien. Algunas versiones indican que ha recibido múltiples palizas de parte de los otros reclusos, a pesar de su conocimiento de artes marciales.

 

Fuentes judiciales consignaron que Zalazar fue condenado a prisión perpetua por homicidio agravado por el vínculo de pareja con respecto a Claudia Arias; por homicidio agravado por ser cometido para procurar su impunidad con respecto a Susana Ortiz; por homicidio agravado por ser cometido para procurar su impunidad y por alevosía en perjuicio de Vicenta Díaz; y por tentativa de homicidio con respecto a los dos hijos de su ex pareja que alcanzó a herir antes de emprender la fuga.  

 

El caso que conmocionó al país

 

El 23 de octubre del año pasado, Zalazar llegó a la casa de Claudia Arias, quien había sido su pareja, y tras protagonizar una discusión la asesinó y luego mató a la tía de Arias, Susana Ortiz, y a su abuela Vicenta Díaz. Además hirió a dos de los tres hijos de Claudia: una beba de un año (que inicialmente se creía que era de Zalazar pero los estudios de ADN demostraron lo contrario) y un chico de 11 años, llamado Lucas, quien lo identificó como el autor de los crímenes tras recuperarse de las heridas. 

 

El tercer hijo de Claudia, Bautista (9), se escondió en el baúl del auto y logró salvarse del brutal ataque. Fue quien llamó a su abuela para que diera aviso a la policía y el testigo clave que relató en detalle cómo Zalazar fue cometiendo los crímenes.

 

La evidencia en contra del profesor de taekwondo era abrumadora desde un primer momento. Tras llevar a cabo la masacre intentó deshacerse del arma homicida y de su ropa ensangrentada, que fue encontrada en un container en las cercanías del Hospital Central. En todo momento fue el único acusado del triple crimen y se descontaba que sería condenado.