Tristeza, angustia, temor, sentimientos de irritabilidad, llantos frecuentes, enojo. Tendencia a retraerse, conductas disociativas (juega solo hasta que interrumpe y queda pensativo, con la mirada perdida), se muestra impulsivo, agresivo, con desconfianza a relacionarse con las personas, sobre todo con los hombres, a quienes percibe amenazantes. Siente vergüenza al bañarse (lo hace con ropa interior), le cuesta concentrarse y tiene dificultades para dormir, pues sufre pesadillas. Todos esos indicadores fueron para los psicólogos que abordaron al chico de 6 años la muestra contundente de que fue una víctima más de situaciones de abuso sexual.

Y ahora, ese informe de los profesionales del Anivi es una de las pruebas claves que complican por el delito abuso sexual con acceso carnal a su tío, un pensionado por discapacidad de 37 años. Quedó enfermo hace 8 años, cuando sufrió un gran accidente en moto que lo dejó sin parte de su cráneo y varias funciones neurológicas afectadas, como la de su oído, pues no escucha bien. El accidente le dejó también problemas para caminar.

La causa que complica a ese hombre se inició con la denuncia de su hermana, madre del niño, el 9 de junio pasado. Esa vez, la mujer llegó hasta el Anivi a reclamar Justicia, por un episodio que nunca pudo digerir: aquel día de diciembre del año pasado, en que su hermano llegó a su casa para cortarle el pelo a su hijo, y luego de concretar esa tarea, se metió al baño cuando el niño estaba por bañarse.

La joven contó que esa vez sospechó, porque demoraba en salir. Y en eso que se acercó a escuchar qué pasaba, percibió un ruido como un chirlo. Cuando su hermano salió, se fumó un cigarro y le dijo que ya se iba, pero volvió a meterse al baño cuando ella ingresó para ver a su hijo.

La desconfianza la llevó a insistir ante su nene para que le contara qué había pasado. El niño le dijo al principio que sentía miedo, pero luego le contó que el "Guachín" le había golpeado la frente y le había apretado el abdomen como amenaza para que no contara lo más grave: que lo había manoseado, lo había besado en la boca y que lo había obligado a practicarle sexo oral.

Esa vez, la joven madre lloró de angustia y de indignación porque no esperaba algo así de su hermano, pero no denunció entonces porque viajó con sus hijos a Buenos Aires a vivir con una nueva pareja. Cuatro meses después esa relación se rompió y, al volver, se animó a denunciar.

Ahora, el caso llegó a juicio y todo indica que el acusado confesará la maniobra y aceptará 8 años de cárcel. Ese es el acuerdo que están a punto de cerrar el imputado y su defensor Claudio Vera con el fiscal de la UFI Anivi Duilio Ejarque. El único punto a definir es el modo en que deberá cumplir la condena, pues hasta ahora el pensionado tiene prisión domiciliaria con seguimiento electrónico a causa de su enfermedad (la placa que le pusieron en la cabeza se infecta), pero desde Fiscalía pretenden que cumpla encierro en el Penal de Chimbas.

Cuando las partes presenten el acuerdo, el caso lo definirá el juez de garantías Federico Rodríguez.