Doble, fue la tragedia, tras el fallecimiento de la esposa del conductor de la Renault Duster, que quedó destruida.

El choque entre un camión y una camioneta ocurrido en la madrugada del pasado lunes en San Martín, a última hora de ese día se cobró una segunda vida: Carina Miranda (46) tuvo el mismo final que su marido Pablo Parada (41), quien había fallecido cuando fue el impacto.

"Fue un golpe inesperado para todos, ella dentro de todo estaba bien, es increíble que muriera", señaló Patricia Parada, cuñada de la mujer.

El matrimonio había ido hasta San Martín a buscar los juegos infantiles que él alquilaba para eventos. La desgracia ocurrió cuando regresaban a su casa de Santa Lucía, a eso de las 2,30. En el cruce de las calles Laprida y Nacional chocaron contra un camión cisterna y todo terminó en tragedia.

Pablo Parada y Carina Miranda.

A Parada lo sacaron de adentro de la Duster sin vida, pero la suerte de su esposa había sido distinta, pues sobrevivió y la trasladaron al Hospital Rawson.

Por la mañana familiares de ella habían dicho a este diario que estaba bien de salud, que tenía una fractura en el brazo derecho y en algunas costillas, pero que "su vida no corría peligro".

Esa tarde la mujer fue derivada a una clínica privada. "A las 21 en el horario de visita entramos a verla y hasta sonrió, estaba consciente. Preguntó por su marido pero no le dijimos que había muerto", contó su cuñada.

La cosa se complicó casi una hora después, cuando se descompensó, entró en paro y no salió más. Según indicaron desde la familia, los médicos les explicaron que probablemente tenía dañado uno de los vasos sanguíneos. Y que a causa de los hematomas esa falla no se pudo apreciar en la tomografía.

Miranda tenía dos hijos de 19 y 16 años (de una relación anterior a Parada). Trabajaba desde hacía 10 años en una fábrica de medicamentos.

"Es terrible, hoy (por ayer) terminamos enterrando a los dos. Es inexplicable el dolor", dijo Patricia.

Ahora el camionero mendocino Gerardo Ostigo (68), acusado de homicidio culposo, deberá enfrentar por lo menos un agravante, el número de víctimas.