Complicado. Amílcar Funes intentó instalar la idea de que ni siquiera conocía a la víctima, pero salió complicado.

El conocido boxeador caucetero Amílcar Funes (37), reiteró ayer que es inocente y no mató al estilista Sergio Montenegro (35), noqueado a golpes con su propio cenicero y luego asfixiado con una almohada en su peluquería hasta que murió, la madrugada del 3 de junio de 2016 en Caucete. Ayer, ante el juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal) insistió que su expupilo en boxeo (acusado de encubrir, pidió probation) le vendió el teléfono sustraído a la víctima y que ese joven encubre al asesino o fue el asesino, pero no él. Sin embargo su versión apareció endeble y contradictoria, al punto de que no resultó creíble que dijera que ni siquiera conocía a Montenegro a pesar de vivir a escasas cuadras. O que insistiera en que esa madrugada había salido a comprar cocaína con un vecino y dos chicas que habían ido a su cumpleaños (cumple el 2 de junio) y al final de su relato se contradijera abiertamente al negar que esas jóvenes hubieran sido parte de su festejo.

La complicación para este boxeador detenido desde el 14 de octubre de 2016, había empeorado en el inicio del juicio, cuando el fiscal José Eduardo Mallea le pidió al juez ampliar la acusación para dejar de considerar como homicidio simple y hurto simple (el del teléfono de la víctima) los delitos en su contra. Y ayer Funes declaró, ya como imputado de homicidio y robo, ambos agravados.

Entre los cuatro testigos que declararon ayer, el que más complicó a Funes fue Andrés Vicente. Funes dijo que con este joven tenía una suerte de amistad y la madrugada del crimen estuvo con él bebiendo hasta que se durmieron y los despertó su padre a eso de las 5,30.

Pero Vicente negó ser amigo y hasta se puso en la vereda opuesta. También aseguró que el mismo peluquero le había dicho que había tenido una discusión con pelea incluida con el boxeador y que no le tenía miedo. Que esa madrugada no se fue a las 5,30 del cumpleaños sino sobre la 1, porque tenía que trabajar. Que Funes llegó días después a su casa con el teléfono de la víctima para desbloquearlo y no se asombró cuando le dijeron que era del fallecido. Que dejó de entrenar y lo vio como "perseguido". Y que el padre y un hermano de Funes lo amenazaron para cambiar su relato. "Yo perdí mi trabajo y tengo muchos problemas por esto, nunca debí haber ido a ese cumpleaños", dijo Vicente.