Fue el peor despertar para Gladys Carmona el de ayer en la madrugada. De un rato para otro, como si nada, supo que había perdido para siempre a sus dos únicos hijos en un accidente. También fue la más desgraciada noticia para su nuera Laura Atampiz, porque uno de los fallecidos era su marido, el puntal clave que con sus changas de obrero mantenía a sus cinco hijos de entre 17 años y 11 meses. El hombre que la ayudaría también con su sexto hijo: Laura está embarazada de 4 meses.

La doble tragedia que enluta a dos humildes familias en Pocito, ocurrió alrededor de las 5,40 de ayer en Hipólito Yrigoyen (más conocida como San Miguel) unos 300 metros al Norte del cruce con calle 6. A esa hora Pablo Federico Domínguez Carmona (19 años, changarín) conducía hacia el Sur su moto Guerrero 200cc, acompañado de su hermano Alejandro Verón Carmona (35), el esposo de Laura.

En la Policía no descartan que anduvieran trasnochados y que a esa hora volvieran a sus casas: Pablo vivía con sus padres Marcelo (taxista) y Gladys en el Lote Hogar 27, a unos 200 metros de donde se estrelló. Y Alejandro alquilaba con su familia una casa en la misma Hipólito Yrigoyen casi en el cruce con 6.

Para los policías de la subcomisaría Ansilta dirigidos por el subcomisario Marcelo Daniel Oro y el principal Ernesto Tejada, todo indicaba ayer que el accidente podía atribuirse a una falla humana: ayer no descartaban que el conductor se hubiera dormido.

La teoría de apoyaba en el análisis de las huellas del siniestro, como las marcas, sin frenadas, de las ruedas de la moto: se apartaban de repente del asfalto hacia la derecha y, en línea recta, cruzaban entre un eucalipto y un tacho de basura, pasaban cerca de otro árbol y saltaban sobre una acequia hasta perderse de golpe en la pilastra de ladrillos de un portón de ingreso. Allí la moto quedó destruida, igual que el casco del conductor, y sus ocupantes tendidos a un costado, sin ninguna chance.

Laura Atampiz era ayer un mar de lágrimas: ‘mi marido salió ayer (por el martes) en la tarde y me dijo que ya volvía porque estaba arreglando su moto… Dios mío, que voy a hacer ahora, no tengo a nadie que me de una mano’, dijo la mujer, destruida.