Avelino cuando lo encontraron tras el ataque. "No sé por qué me han hecho este daño tan grande", expresó entre lágrimas.

Avelino Oro (73) ya no es el mismo. No es el hombre que sin quejarse se levantaba a las 6 de la mañana a darles de comer a las cabras en su viejo rancho de Pincha Gual y Punta del Monte, en una zona despoblada de Angaco. No es el anciano con alma joven que esperaba los fines de semana para juntarse con sus amigos a guitarrear hasta el amanecer. Es que el hombre sufre las secuelas de un brutal ataque en su propia vivienda que le cambió la vida para siempre. Pasados 5 meses de aquel día, los investigadores no pudieron determinar aún quién fue el autor ni para qué lo hizo. La familia sospecha de Jacinto Oro (68), su hermano.


Eran las 7.30 del último 11 de diciembre. Marcelo, casero de un matrimonio vecino, llegó como todos los días al rancho de Avelino, donde el hombre vive solo desde hace más de 45 años. La noche anterior había sido el último que lo había visto, alrededor de las 21. En las mañanas siempre iba a ver si estaba bien y si necesitaba algo. Pero ese día se llevó el susto de su vida. Es que lo encontró acostado boca abajo sobre una tarima afuera del rancho, moribundo y con el rostro lleno de sangre que había expulsado de su nariz y boca. Casi no daba señales de vida.

Compungido por la escena, el casero llamó a Miguel Oro, el único de los seis hijos con el que Avelino tiene una relación cercana. A los pocos minutos llegó. Lo sentaron, le limpiaron la sangre y trataron de preguntarle qué había pasado, pero fue imposible. Avelino había despertado pero estaba muy desorientado y no recordaba nada, dijo su hijo. En la casa no faltaba nada.

Lo llevaron al hospital departamental y por la complejidad del cuadro lo trasladaron al Hospital Guillermo Rawson. Allí los médicos le diagnosticaron fractura y desplazamiento de cráneo. A Avelino le asestaron un terrible golpe -nos se sabe con qué- en la parte derecha de su cabeza. No le había quedado ninguna marca, pero la lesión interna era tremenda, según lo que los médicos le dijeron a la familia.

"Sus horas estaban contadas", explicó su nuera. Esa noche tenía que superar una complicada operación, y así lo hizo. Luego, con el correr de los días, Avelino tuvo una recuperación milagrosa. En poco menos de un mes recibió el alta. Eso sí, además de quedarle parte de la cabeza hundida, sufre también graves secuelas. "Hasta antes del ataque estaba muy bien. Era una persona que se manejaba sola, lúcido y muy activo. Ahora hay que atenderlo todo el tiempo. Se pierde, se olvida quién es y casi no puede hacer nada", contó su hijo Miguel, quien se lo llevó a su casa para cuidarlo.

"Me dejaron la cabeza reventada. No sé por qué me hicieron semejante daño. Tengo muchas ganas de trabajar, de cuidar las cabras, pero no puedo", dijo Avelino, que no recuerda nada de esa noche.

Lo cierto es que la familia sospecha de Jacinto Oro, hermano al que Avelino denunció porque al parecer se quiso apropiar de parte del terreno donde vive. Todo esto lo sabe la Policía, pero a más de 5 meses no hay detenidos ni se sabe con certeza quién fue.