“Mi papá no tenía problemas con nadie. Esos hijos de p… han buscado plata”, dijo escuetamente Carina mientras se alejaba entre lágrimas de la casa que habitaba su padre, Antonio Abel Tapia, un jubilado de 66 años que ayer fue encontrado asesinado en ese inmueble en una finca de Pocito. Fuentes policiales indicaron que al hombre le quitaron la vida de un golpe en la cabeza y la principal sospecha es que lo mataron para robarle: su humilde hogar estaba revuelto y faltaban un celular y plata que tenía en una billetera.
Tapia era un obrero rural que se jubiló el año pasado tras trabajar por años en la finca De la Torre, en Carpintería. El hombre tenía tres hijos, pero vivía solo en una casa que le prestaban desde hace unos 20 años en una finca en un callejón ubicado al Oeste de calle Mendoza, entre 14 y 15, contó una vecina. Antonio era insulinodependiente, había sufrido tres ACV y a las 19 del jueves uno de sus hijos le colocó insulina. Por la noche, una pareja vecina lo vio llegar a su casa. Esa fue la última vez que lo vieron vivo.
La autopsia revelará con precisión cuál fue la causa de muerte
Según la Policía, a las 10.30 de ayer, Daniel, uno de sus hijos, se acercó a ver su papá y cuando entró a la casa observó todo revuelto. Al llegar al dormitorio, se topó con Antonio tendido boca arriba sobre su cama, sin vida. El hombre estaba vestido y tenía una pequeña herida en la cabeza. De inmediato, el hijo pidió ayuda a los vecinos y enseguida llegaron el jefe y subjefe de Policía, efectivos de la Brigada Sur, Homicidios y de la Seccional 7ma.
En un principio se creyó que a Tapia lo ultimaron de un disparo, pero al revisar su cuerpo el médico legista detectó que solamente tenía un pequeño corte cercano a la sien izquierda, que habría sido provocado por un golpe con un objeto contundente, indicó un jefe policial. La principal hipótesis que manejaban los pesquisas es que fue asesinado en un robo y creen que el o los asesinos lo atacaron entre la noche del jueves y los primeros minutos de ayer.
A la víctima sólo le faltaba su celular y unos pesos, pero suponen que buscaban plata. Tal vez, los $10.000 que la víctima ocultaba en su hogar y que su hijo luego sacó en presencia de los policías. Pero Tapia ya había sido blanco de ladrones hace dos semanas. Según Antonio Laje, un amigo, esa vez entraron en su ausencia y le robaron una amoladora y un revólver. Pero en la Policía dijeron que ese robo no fue denunciado.