Que Diego Alvarez (29) sabía que su pareja Brenda Montaña Requena (24) le era infiel con José Guajardo. Que por eso fue hasta el lugar donde se encontraban, los sorprendió y los atacó: a él, lanzándole una piedra que le lastimó el brazo que interpuso para evitar que le diera en la cabeza. A ella, estrangulándola hasta matarla, para luego trasladarla unos 300 metros donde cometió la parte más macabra de su plan: descuartizarla, envolverla en membrana asfáltica y quemarla, con ayuda de neumáticos para hacerla desaparecer por completo. Que jamás sintió culpa ni remordimiento por esa "fría" ejecución, porque es un simulador y para él Brenda era una cosa, alguien a quien denigró aun después de muerta. Y que no es cierto que estuviera influido por una circunstancia psicológico-emocional que lo hiciera entrar en shock y no saber lo que hacía aquel 11 de julio de 2019 en un río seco detrás de la Villa Mallea, en Campo Afuera, Albardón, pues de las pruebas se desprendió que durante todo el tiempo tuvo el completo dominio de la situación. Testigos, pericias, documentos, informes médicos y psicológicos fueron enumerados por la fiscal Marcela Torres en apoyo de su acusación contra Alvarez, para quien pidió ayer la pena máxima: perpetua, por un homicidio agravado por el vínculo y por violencia de género, y también por las lesiones leves contra Guajardo. La abogada de la parte querellante, María Noriega, adhirió a ese planteo.

Muy distinta fue la posición de los abogados Alejandro Oliver Montilla y Alejandro Castán. Luego de atacar los argumentos fiscales y principalmente el informe psicológico de su cliente que lo muestra como un psicópata, le pidieron a los jueces Miguel Dávila Safe, Víctor Hugo Muñoz Carpino y Juan Bautista Bueno, que apliquen la condena mínima por un homicidio atenuado por circunstancias excepcionales (la escena de la infidelidad) o en todo caso considerar que existió una emoción violenta.

Hoy, Alvarez tendrá la posibilidad de decir sus últimas palabras antes de que el tribunal resuelva sobre su destino.