Por la ventana. Esta es la vivienda de los caseros de la Escuela Nº 8 Timoteo Maradona, de Rivadavia. El padrastro del joven asaltado muestra cómo arrancaron las rejas de la ventana.
 

 

Recién empezó el receso escolar y, en menos de cinco días, los ladrones ya atacaron tres establecimientos educativos. El hecho más violento se vivió en una escuela de Rivadavia, donde irrumpieron dos desconocidos que tomaron por asalto la vivienda de los caseros, encerraron a un joven y escaparon con 43.000 pesos y artefactos. En otro robo, se llevaron 14 netbooks de un colegio de Capital. Y en otra institución de Santa Lucía, delincuentes quemaron un armario tras no poder sustraer nada.

El último y el más grave de estos robos ocurrió pasada la primera hora del 2018 dentro de la Escuela Nº 8 “Timoteo Maradona” de Rivadavia, cuando todos brindaban y festejaban la llegada del Año Nuevo. Ivana Molina, la casera del establecimiento, y su familia acababan de cenar. La mujer, su marido y su hija en esos momentos salieron hasta al domicilio de unos amigos para saludarlos y el hijo mayor, Alejandro (18), se quedó a cuidar la casa ubicada dentro del predio escolar, en calle Sargento Cabral cerca de Rastreador Calívar.

En agosto del 2015, esta familia sufrió otro asalto en esa misma casa del establecimiento.

El joven fue a su dormitorio, se puso los auriculares y empezó a jugar en la Play Station mientras esperaba a sus amigos. “Dice que escuchó unos ruidos y pensó que eran los petardos, pero era que estaban rompieron las rejas de la ventana de la cocina”, relató José Luis Villafañe, el padrastro. Los ladrones se metieron por un baldío lindero y entraron a la casa tras romper la ventana de la cocina.

“De un segundo a otro, ya los tenía encima. Eran dos. Lo encañonaron, le ordenaron que no los mirara y lo encerraron en el baño”, agregó Villafañe. El joven todavía conservaba su celular, por lo que llamó a la Policía y trató de pedir ayuda, pero fue en vano. Los ladrones estuvieron como media hora revisando la vivienda, en ese lapso se apoderaron de los 43.000 pesos, que era de los sueldos y ahorros de Molina y su marido. Con parte de esa plata pensaban irse de vacaciones.

También se llevaron un televisor de 32 pulgadas, la Play Station, una notebook, zapatillas y ropa. Para cuando llegaron los amigos de Alejandro, los ladrones ya habían escapado por la ventana y el fondo de la escuela. Esos jóvenes le abrieron la puerta del baño al chico.