Nota de TN

Para “vivir más tranquilo”, Horacio Rodríguez Zapico decidió dejar un amplio departamento ubicado sobre la avenida 9 de Julio, en pleno centro urbano de la ciudad de Buenos Aires. A los 68, junto a su mujer, Adriana Gutiérrez, de 65, eligieron radicarse en una casa con espacios verdes y aire libre.

Pero el destino les jugó una trampa mortal en la vivienda que habían refaccionado con mucha expectativa. El mismo día de la mudanza al barrio Altos de Manzanares (en Fátima, partido de Pilar) mientras se preparaban para compartir la cena, murieron por los efectos de un escape de monóxido de carbono, proveniente de una caldera que no se había terminado de controlar.

La hija de ambos se salvó de milagro. Guillermina, de 25 años, estaba junto a ellos y aguantó 14 horas hasta que, cerca del mediodía del sábado, llegó su hermana mayor Candelaria, quien encontró a los tres desvanecidos; su madre estaba sentada en un sillón y su padre en el suelo, boca abajo, cerca de una ventana.

Guillermina estaba sobre un silla, inconsciente pero con signos vitales, por lo que fue trasladada en ambulancia al Hospital Sanguinetti de Pilar, y luego al Hospital Austral. Estuvo en grave estado y recibió un tratamiento con cámara hiperbárica, un espacio hermético donde los pacientes con estas afecciones reciben oxígeno puro, con una presión de aire tres veces superior a la normal.