El quiebre se produjo el 20 de julio del año pasado, mientras esperaban con su mamá y otros hermanos en una esquina a que llegara el colectivo: "Mamá te quiero contar algo, me han chupado mis partes, me han tocado", lanzó de repente para gran sorpresa de la mujer. Cuando llegaron a la casa, la mujer quiso saber quién había sido pero su hija, entonces de 11 años, se cerró: "Mi papá no es, más adelante te lo digo", concluyó, fiel a su personalidad introvertida. Para entonces la niña ya se sentía literalmente libre (así lo reveló en Cámara Gesell) y su confesión no tardó en llegar: cuatro días después, su mamá le preguntó si necesitaba ayuda, la niña le dijo que sí y ambas partieron hacia el ANIVI. Allí la mujer recordó que su hija le había comentado que era alguien cercano a su familia y no quería mencionar su nombre para no perder contacto con esa persona, pero la mujer creyó que la niña sólo quería llamar la atención.

Ante los psicólogos, la menor se despachó con una verdad estremecedora: les dijo, no sin reticencias, que esa persona era su propio abuelo (hoy de 64 años) a quien no quería ver preso, porque a pesar de todo lo quería.

Los hechos descriptos por la niña, sin embargo, terminaron con ese hombre tras las rejas, pues en su relato la nena dijo que esos abusos habían comenzado cuando tenía 5 años cuando por falta de recursos convivían con otros familiares, incluido ese abuelo. Y que las situaciones de ultraje sexual se habían extendido hasta los 7 años.

Los abusos ocurrían en la siesta, cuando todos dormían y el abuelo la buscaba para que le pasara las herramientas en su taller, aunque todo era una excusa para poder someterla y amenazarla luego con que no dijera nada pues, si hablaba, no le dirigiría la palabra.

La nena tardó en denunciar por el afecto hacia su abuelo. No quería que vaya preso

Las conclusiones de los psicólogos fueron contundentes sobre el hecho de que la menor había sido víctima de situaciones abusivas. Y entonces las autoridades judiciales calificaron el caso como abusos sexuales gravemente ultrajantes reiterados y corrupción de menores agravada, pues a todas luces surgió que con sus maniobras había desviado en esa niña inmadura el sano sentido de lo que es una relación sexual, dijeron fuentes judiciales.

Complicado por la evidencia, ayer, ese hombre ratificó que cometió esos aberrantes delitos contra su propia nieta, previo a realizar una maniobra extraña, pues ante el juez Juan Carlos Caballero Vidal (h) dijo que no recordaba por qué había sido llevado a la sala de videoconferencia del Penal de Chimbas.

Cuando el juez de la Sala I de la Cámara Penal ordenó que le leyeran los hechos, pareció quedar en evidencia que sólo fingía. Y a renglón seguido aceptó su responsabilidad y también manifestó que está dispuesto a recibir 12 años de cárcel, tal como acordó con la fiscal Marcela Torres a través de su defensor oficial Carlos Reiloba, indicaron fuentes judiciales.

El defensor también pidió al magistrado que le conceda la prisión domiciliaria al confeso abusador, que se moviliza con muletas a causa de un problema de salud, indicaron.

Si acepta el acuerdo, el juez no podrá imponer una pena mayor al imputado. La nena tenía 5 años cuando empezó a ser sometida por su abuelo a distintas prácticas que no llegaron a la violación.