Desde hace 2 años, Victoria del Carmen Coria tiene problemas para movilizarse debido a un infarto que sufrió en sus rodillas. A raíz de ese problema, usa bastón y usa una prótesis en el miembro afectado.

Aún hoy sigue esperando que el PAMI le autorice la otra prótesis que deben ponerle en su otra extremidad. Por si fuera poco, antes de la última Navidad, la mujer tuvo que hacerle espacio en su casa para darle asilo a su hijo José Molina y a sus 3 nietos, uno de ellos especial.

Es que al hombre le usurparon su vivienda en el barrio rawsino Las Pircas a los 2 días de haberse ido de la provincia por su trabajo de cuidador de caballos y por ahora no la puede recuperar porque no pueden desalojar a los usurpadores, también con niños.

Encima, Victoria, José, sus 3 nietos y Héctor, otro hijo de la mujer, viven en una casa que le prestan en el Hipódromo de Rawson y ahora el presidente del predio les está exigiendo que la desocupen.

Y como si esa familia no tuviera dramas, ayer sufrieron otro: la nieta especial de Coria dejó una vela encendida en su pieza y el fuego destruyó 2 cuchetas, 2 televisores, un juego de living, un aparador y toda la ropa de los nietos, informó Héctor Molina, hijo de la damnificada.

El siniestro ocurrió a las 7 en la pieza donde duermen las nietas de Coria y donde había almacenado parte de sus cosas para darle lugar a José. Según Héctor, su sobrina Virginia (18, tiene retraso madurativo) le tiene miedo a la oscuridad y por eso encendió una vela.

‘Acá la luz se corta cada 2 por 3. Anoche se cortó y ella prendió la vela, porque le dio miedo. Se fue al médico y la llama alcanzó un colchón’, dijo Nelly Molina, otra hija de Coria.
En la vivienda estaban durmiendo Coria y su otra nieta, de 22 años.

‘Nos despertamos por el humo y salimos como pudimos’, alcanzó a decir Victoria, emocionada. En ese momento, los empleados del Hipódromo corrieron a combatir las llamas y otros le avisaron a Héctor, quien también trabaja allí. ‘Gracias a mis compañeros no nos quedamos sin casa. Las pérdidas han sido importantes’, contó Héctor.