El médico psiquiatra Héctor Del Giúdice favoreció con su testimonio a la acusada.

El médico psiquiatra del Poder Judicial, Héctor Del Giúdice, abrió ayer una puerta a la libertad de Claudia Moya (24 años, madre de 3 nenas) juzgada en la Sala III de la Cámara Penal por causar la muerte de un cuchillazo en el corazón a su marido Alfredo Turcumán (28), el 22 de junio del año pasado. El profesional dijo que es imputable porque comprende cuándo un hecho es criminal, como el que le atribuyen. Pero aclaró al cabo de las dos entrevistas con ella y de leer el expediente que no es alguien con maldad y que pudo emplear su agresividad en defensa propia y la de su bebé (estaba embarazada de 4 meses), pues también "infirió" que Turcumán pudo ser alguien bueno, pero "irascible y desconfiado".

Según el profesional, otro de los puntos que lo llevó a concluir que la joven actuó "irreflexivamente" fue la forma en que agarró el cuchillo, con el filo hacia arriba.

Claudia Moya está acusada de homicidio agravado, pero esa situación puede cambiar.

El relato del Del Giúdice pareció confirmar la versión de la acusada del homicidio, cuando habló por primera vez en el inicio del juicio. Entonces refirió que aquella noche del 13 de junio de 2017, discutieron porque él la celaba con una de sus dos exparejas, la tomó del cabello y la tiró al piso. Aseguró que ella lo empujó contra el portón del salón que alquilaban y cuando se le vino encima, tomó un cuchillo de la mesa para defenderse y defender a su bebé, porque pensó que la mataba. Y explicó por qué mintió al decir al 911, y luego a otros policías, que su marido se había lastimado arreglando el auto o la puerta de su casa.

Ayer, otro psiquiatra también pareció favorecer con su testimonio a la acusada. Renzo Olmedo declaró que tuvo dos sesiones con Turcumán, la primera en compañía con su esposa, Moya, en quien notó caras de disgusto por lo que le comentaba su marido. Y precisó que en ese momento, tuvo que medicar al joven para bajar sus niveles de angustia pues detectó en él una personalidad impulsiva, con ideas suicidas.

"El impulsivo puede terminar siendo violento", dijo el profesional. Y agregó que a pesar del escaso tiempo de abordaje, notó que la pareja se vinculaba a través de la violencia.

Moya está acusada de homicidio agravado por el vínculo, castigado con perpetua. Pero la declaración de Del Giúdice servirá a su defensor oficial para reclamar que el hecho sea calificado de otra forma, incluso como un homicidio en legítima defensa, que no tiene castigo.