El brutal crimen de Marcelo Amarfil tuvo no solo un fuerte impacto judicial, sino también un giro emocional inesperado dentro de su propia familia. Este lunes, tras conocerse la condena a prisión perpetua contra Luciana Teresita Bustos, su amiga y asesina, Graciela Amarfil -hermana del hombre- rompió el silencio con una postura completamente distinta a la que había manifestado al inicio del caso.
En enero del año pasado, apenas horas después del crimen ocurrido en el departamento 9 de Julio, Graciela había asegurado en diálogo con DIARIO DE CUYO que creía en la versión de Bustos: “Yo creo que ha sido un suicidio porque ella era como de la familia. Ellos eran muy amigos y no creo que ella lo haya matado”. En aquel momento, también sostuvo que su hermano estaba muy afectado emocionalmente por la reciente muerte de su madre y que incluso le había dicho a Luciana que no podía seguir sin ella.
Sin embargo, con la condena y los detalles escalofriantes del asesinato probados en juicio, la mujer se mostró tajante: “Ella lo asesinó de 7 puñaladas. Mintió desde un primer momento. Él la amaba, siempre estuvo presente”.
En esa misma línea, Graciela se refirió al vínculo entre su hermano y Bustos, confirmado por los jueces para agravar la calificación del hecho: “Se comprobó que tenían un vínculo”. Y también rechazó de plano la estrategia de la defensa, que buscó instalar a Marcelo como un hombre violento: “Mi hermano no era ningún violento. Esto sirvió para limpiar su nombre”.
Con profunda indignación, la hermana de la víctima aseguró que nunca le creyó a Bustos, aunque al principio eligió no dudar públicamente: “No le creo desde un primer momento. Como si nada, como ahora. Nunca esbozó un arrepentimiento”.
El giro en sus palabras refleja también el impacto de un juicio que, tras demoras e incidentes, terminó con la pena máxima para la imputada, quien fue encontrada culpable del delito de homicidio agravado por el vínculo.
Cómo fue el crimen
Según indica el expediente, en la noche del 16 de enero de 2024, Bustos, de 34 años, pasó a buscar por su casa a Amarfil en su auto, un Ford Fiesta color gris, y fueron juntos a un local de comidas en Santa Lucía. Ya en la madrugada, ambos se estacionaron cerca del aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento, en 9 de Julio, donde mantuvieron relaciones en el marco de un juego sexual.
“En estas circunstancias, la pareja se dispuso a mantener un encuentro sexual en el interior del rodado; Marcelo José Amarfil se encontraba en el asiento del conductor, completamente desnudo, con la movilidad de sus manos reducida, debido a que tenía colocadas unas muñequeras de cuero, color marrón oscuro, con un gancho y cadena (esto es un accesorio sexual y/o erótico); además, Amarfil se encontraba sin poder ver, toda vez que tenía sus ojos cubiertos con un antifaz de tela negra (similar a los que se usan para dormir), mientras que Luciana Bustos se encontraba en el asiento del acompañante”, detalla el expediente.
De acuerdo a lo que se desprende de la investigación, Bustos habría aprovechado ese momento de indefensión de Amarfil para empuñar un cuchillo, el cual había llevado a afilar unos días antes, y provocarle seis heridas cortantes a la víctima, una de ellas en el rostro y otra en el cuello. Esta última fue la puñalada mortal, ya que según consta en el expediente, “terminó seccionando completamente la arteria carótida primitiva derecha, además de vasos y arterias”.
A pesar de las graves lesiones sufridas, Amarfil logró morder el antebrazo derecho de Bustos a modo de defensa, y luego rompió la cadena que sujetaba sus manos al volante. Malherido, salió raudamente del vehículo e intentó escapar a pie, pero finalmente cayó. Murió al lado de su auto, producto de un shock hipovolémico.
Instantes después, un policía que realizaba una recorrida de seguridad de rutina por la zona se encontró con Bustos, quien en ese momento se encontraba sin remera, pero con ropa interior y un short, descalza y un líquido de color rojo en sus manos. Se le acercó y exclamó: “Mi amigo se mató, se mató con un cuchillo”.
Al acercarse a Amarfil, el policía le tomó el pulso y descubrió que el hombre ya no tenía signos vitales.
En tanto, el abogado de la acusada, Néstor Olivera, aseguró que el ataque fue en legítima defensa ante un intento de abuso sexual de parte de la víctima. “Ella es lesbiana y está en pareja con una mujer desde hace cuatro años”, sostuvo.”.

