El kale empezó a difundirse como un gusto excéntrico de celebrities e influencers y luego llegó a los bolsones agroecológicos, a las ferias directas de productores y a las verdulerías más completas. Es cierto, de todas formas, que recién empieza a conocerse, y existen algunas dudas sobre cómo incorporarlo en las comidas.

Es primo hermano del brócoli, la coliflor y los repollitos de Bruselas; pero, a diferencia de sus parientes, no tiene forma de esfera: son hojas largas, de color verde oscuro (también hay moradas) y muy rizadas o lisas. Es justamente en sus hojas de color verde intenso en donde se concentran vitaminas y minerales muy importantes para la salud. Por estas características, el kale se convirtió en la estrella de los "súper alimentos".

Pertenece a la familia de las crucíferas (también llamadas brasicáceas) y se presenta en distintas variedades: kale de hoja rizada, kale de hoja plana, kale rojo ruso (pertenece a la especie brassica napus), kale toscano, kale dinosaurio. Todas tienen en común ese color verde especial o morado, sus hojas crujientes y fibrosas, además de un sabor único.

“Cuenta con un gran cantidad de nutrientes y resulta más que beneficiosa en las dietas vegetarianas. Es originaria de Europa Central, pero su cultivo se extendió hasta Japón”, señaló al suplemento Entremujeres Patricia Robiano, licenciada en nutrición y especialista en nutrición holística.

Entre sus ventajas nutritivas, Robiano destaca las siguientes:

- Es bajo en calorías, igual que el resto de las variedades de la familia de las col o crucíferas.

- Resulta muy rica en vitamina A, C, K,  E y B6.

- Contiene ácido fólico, tiamina y riboflavina.

- Cuenta con calcio, potasio, hierro, fósforo, manganeso.

- Presenta más proteínas que hidratos de carbono.

- Tiene propiedades depurativas, antiinflamatorias y reguladora del colesterol.