Por TN

Algo tan simple como apreciar los sabores, como el ácido de una manzana, o reconocer el aroma de un desayuno o cena hoy resulta complicado para buena parte de las personas que cursaron COVID-19.

En general, los virus del tracto respiratorio superior son la segunda causa más común de disfunción olfativa. Se estima que poco más de la mitad de los pacientes con coronavirus perderá el sentido del olfato. Existe una buena noticia: la mayoría recuperará la capacidad de oler y saborear después de dos o tres semanas, sin intervención terapéutica.

Pero desafortunadamente, una de cada diez personas que pierde el sentido del olfato tendrá una pérdida persistente que puede durar más de cuatro semanas, hasta inclusive meses.

Qué se puede hacer para recuperar el olfato

Cuando la pérdida se torna persistente, se recomienda el entrenamiento del olfato de forma multisensorial. Consiste en oler activamente el o los aromas indicados por el médico especialista.

En mi experiencia, comenzamos de manera gradual y progresiva para evitar la saturación de los receptores olfativos funcionantes. Se puede trabajar en forma asistencial o por telemedicina.

Los olores distorsionados y desagradables, conocidos como disosmias, son una característica común del proceso de recuperación. La más conocida se llaman parosmia (distorsión olfativa frente a un estímulo) o fantosmia (distorsión olfativa en ausencia de un estímulo).

Es común, que los pacientes recuperados de COVID-19 con pérdida persistente del olfato informen de olores fuertes y desagradables ante diferentes estímulos olorosos. Lo positivo es que esto se ve como un signo de recuperación, debido a la plasticidad neuronal del epitelio olfatorio (neurogénesis del neuroepitelio olfativo), pero puede ser muy difícil vivir con él porque afecta, por ejemplo, el disfrute de las comidas. Pero... ¡a no bajar los brazos!.

Esta característica podría estar en relación con la diferenciación de las células madre en neuronas olfatorias nuevas. El objetivo es extender sus fibras (axones) por los agujeros diminutos de la base del cráneo para conectarse con la estructura encefálica denominada bulbo olfatorio. A veces, los axones se conectan en el sitio equivocado y generan ese olor errático, dichas conexiones erróneas se suelen corregir, acá es importante el entrenamiento olfativo multisensorial. Hay que aclarar que el olfato no vuelve de una vez por sí solo y es posible que el progreso se detenga o incluso retroceda por un tiempo.

La pérdida del olfato puede conducir a un estado de desesperación y depresión. No sólo porque no disfrutamos tanto de las cosas al no poder oler, sino que se demostró que las personas que pierden el sentido del olfato son más vulnerables a la depresión, a la pérdida de esa memoria olfativa que todos tenemos.

Las personas sin olfato deben tener precauciones adicionales con la comida en mal estado, como las personas sordas que no oyen una señal de alarma, así como con las pérdidas de gas e incendios.

Grupo de pacientes

Es útil compartir las experiencias con otras personas que atraviesan una experiencia similar, motivo por el cual, en la Asociación Red Olfato Argentina, creamos un espacio en Facebook llamado “Alteraciones del olfato”, para tener un lugar para volcar experiencias y sensaciones.

Hay que tener en cuenta que la vida sin olores ¡no siempre será así! La mayoría de las personas recupera su sentido del olfato con el tiempo, aunque puede encontrar que es diferente al anterior. Existe evidencia científica de que el entrenamiento es la terapéutica asertiva en este padecimiento, es la fisioterapia de la nariz.

Es una lesión que tarda en sanar, así que hay que ser paciente con uno mismo mientras se recupera y evitar ingresar en ese mundo hostil de la negación ante este padecimiento. Si persisten o se incrementan estos sentimientos de depresión o ansiedad, por favor, hay que consultar con un médico.