Para que el sufrimiento tenga algún sentido, solía decir Viktor Frankl, nos tiene que cambiar y convertir en mejores personas. Para lograr esto, deberíamos enterrar nuestro cuerpo, lo cual es una metáfora que significa que tenemos que trascender emociones negativas como la tristeza, la amargura, el rencor, etc. 


Como explico en detalle en mi nuevo libro Calma emocional, el dolor precisa ser expresado. No tenemos que reprimirlo sino permitir que salga para que con el tiempo se termine por agotar. Al principio el dolor, por ejemplo por la pérdida de un ser querido, siempre es intenso pero poco a poco va disminuyendo hasta desaparecer. No quiere decir que uno se olvide de quien partió sino que finalmente acepta su partida y herencia emocional que esa persona ha dejado para seguir adelante.


La mayoría de la gente que ha sufrido comenta que dejó de preocuparse por cosas sin importancia y adquirió una nueva perspectiva de la vida. El dolor, aunque no nos guste y nos provoque miedo, nos sirve para crecer, para madurar, para expandirnos. En los tiempos de adversidad necesitamos recordar que somos más fuertes que el dolor y tenemos la capacidad de atravesarlo y agotarlo.


"¿Por qué me pasó o me pasa esto a mí?". Esta es la pregunta que solemos hacernos cuando nos toca pasar por alguna dificultad, por una situación inesperada que nos ocasiona dolor y miedo. Es comprensible que nos preguntemos esto pero, en el fondo, lo hacemos porque nos percibimos más débiles que nuestras circunstancias. Hasta que no nos veamos más fuertes que eso negativo que estamos viviendo, las circunstancias permanecerán iguales.


No es mi intención minimizar eso negativo que tal vez te está sucediendo, sino animarte a poder expresar: "A pesar de este dolor, de esta pérdida, de esta tristeza, me voy a poner de pie y lo voy a superar porque soy lo suficientemente fuerte". Una prueba que nos presenta la vida es superada cuando nos damos cuenta de que poseemos la fuerza necesaria para enfrentar cualquier situación por difícil que sea.


Muchas personas les tienen miedo a los desafíos e intentan por todos los medios huir de ellos. Es decir, que se hacen débiles a la hora de enfrentarlos. A mí me gustan los desafíos y los espero con ansias porque, con el tiempo y la experiencia, aprendí que nos permiten reconocer que contamos en nuestro interior con la habilidad de enfrentar y superar cualquier circunstancia difícil. 


Las crisis que tanto tememos son inevitables en nuestra vida y nos llevan a querer saber el por qué: ¿por qué a mí?, ¿por qué ahora?, ¿por qué yo no?, etc. Tal inquietud es normal y universal pero, una vez que terminan y vuelve la calma, estas pueden modificar nuestra perspectiva de la vida para siempre. Esto se debe a que luego de sentir que nuestro mundo se derrumbaba, que estábamos en mitad de una tempestad que sacudió nuestros cimientos, nos convertimos en seres humanos más estables, sólidos y fuertes. 


No les temamos a las crisis y el dolor que estas provocan, ¡somos más fuertes de lo que creemos!


Bernardo Stamateas: es un psicólogo argentino, nacido en el barrio porteño de Floresta y de ascendencia griega. Luego de cursar la secundaria en los colegios Larroque y Mariano Moreno estudió Licenciatura en Psicología en la Universidad Kenneddy.


Es un destacado escritor y conferencista a nivel nacional e internacional. Sus libros hoy son leídos por todos los sectores de la sociedad. Varios de sus libros se convirtieron rápidamente en best sellers del mercado argentino.