"Es acertada la frase: todo tiempo pasado fue mejor. Sobre todo si hace referencia a los tiempos de estudiante. Mi paso por la universidad fue inolvidable. Todo lo que me pasó fue bueno. Pero por sobre todo, aprendí lo que es el significado de la solidaridad. Formé parte de la última promoción de ingenieros que recibió el título de la Universidad Nacional de Cuyo, en 1974.

Tengo muy presente mi partida de Jáchal, ni bien terminé el secundario. Fue difícil. Llegar a la ciudad y estudiar una carrera desconocida era raro, pero fue un sueño hecho realidad.

Eramos un grupo de jachalleros que nos vinimos a estudiar Ingeniería a la ciudad. Estaba Felipe Saavedra, hoy secretario de Minería; estaban Echegaray, Salinero, Figueroa y Aguado. Ahora son todos ingenieros. Eramos inseparables. Nos apodaban «los jachalleros» y obviamente éramos el blanco de las cargadas. Pero fue importante estudiar en grupo. En la universidad aprendí lo que es la solidaridad y ayudarse mutuamente para entender cosas que eran totalmente extrañas. Todos teníamos formación docente y no teníamos idea de la cuestión técnica. Nos costó mucho estudiar. Ni qué hablar de hacer un dibujo. Nunca habíamos visto un lápiz especial ni hecho una lámina. Es ahí cuando nos ayudábamos entre todos.

Todavía recuerdo las casillas de cartón prensado en aquella donde tomábamos clases. Entramos como 300 y muy pocas eran mujeres. Ellas siempre fueron buenas en la carrera. Tampoco puedo olvidarme de los exámenes orales que duraban tres horas. Era terrible tener que hacer un ejercicio en un pizarrón. Como en todas las carreras habían materias cuco. Hubo casos en que todos los años los alumnos le hacían huelga a uno de los profesores porque era demasiado exigente.

En Ingeniería había mucha movida de fútbol, pero como siempre fui malo jugando, me dediqué a lo que más me gustaba hacer: política. Es por eso que lo que más rescato de esa época es la militancia estudiantil. Ingresé a la universidad en 1968. Eran momentos complicados y la facultad servía de termómetro del malestar de la sociedad. La situación del país estaba complicada. Un año después sucedió el Cordobazo. Había manifestaciones y mucho activismo político en las aulas. Fuimos los primeros en hacer peronismo en la universidad. Con algunos compañeros que ya no están, formamos agrupaciones universitarias que después dieron origen a la Juventud Peronista. Y siendo estudiante, me detuvo la Policía por participar en una manifestación.

En medio de todo esto, conocí gente de todas partes. Había muchos extranjeros estudiando Ingeniería. Sobre todo bolivianos. Todos éramos de afuera y es por eso que los lazos se hacían más fuertes.

No fue fácil estudiar. Incluso tuve intenciones de abandonar la carrera y pasarme al Profesorado de Matemática. Pero mi papá se puso firme y no me dejó. Fue importante tener su apoyo en ese momento. Después empecé a trabajar cuando me faltaban 12 materias para recibirme. Era secretario del entonces gobernador Eloy Camus. Fue cuando mi padre intervino de nuevo. Durante un encuentro que tuvieron por casualidad en Pismanta, mi padre le pidió a Camus que me obligara a terminar la carrera. Al otro día, Camus me interceptó y me dijo que hasta que no me recibiera no iba a volver a trabajar con él. Es algo que todavía les agradezco a ambos".