El tesoro más preciado de Ivana Castro está en una caja de zapatos. Son las fotos familiares que todos los días mira para recordar las buena épocas, aquellas donde la familia compartía los almuerzos domingueros o se preparaba para asistir a las fiestas del Día de la Madre o del Día del Padre que se hacían en el pueblo. Actividades que desde hace unos años dejó de compartir. Sus tres hermanos emigraron para estudiar y trabajar en San Juan, y las fiestas se suspendieron por falta de público y de ánimo para celebrar. Ivana es una de las vecinas que prefirieron quedarse en Chucuma, en Valle Fértil, a pesar de que en ese lugar las posibilidades de supervivencia son cada vez menos, según dijo. Como ella, otros habitantes se resistieron a abandonar su tierra natal, aunque no saben hasta cuándo podrán hacer el aguante, ya que casi todos se están yendo: en 8 años, la población bajó de 500 a 150 personas.

Recorrer Chucuma a pie basta para comprobar que se está quedando sin gente. Almacenes cerrados, casas abandonadas y calles desiertas son una postal constante desde que la gente, en su mayoría jóvenes, se fue en busca de un mañana mejor. Es que en el pueblo, según dijeron los vecinos, además de que nunca se concretaron algunos proyectos oficiales para explotar el turismo en la zona y no prosperaron algunos proyectos personales para generar fuentes laborales (ver aparte), no hay trabajo estable. Y hasta es casi imposible conseguir una changa arriando ganado o construyendo corrales.

"Antes la gente tenía un poco de plata y te contrataba para que le cuidaras los animales, pero ahora ni eso hay para hacer -se lamentó Oscar Rodríguez-. Ahora cada uno cuida su ganado, así que me quedé sin trabajo. Y sin ver a mis hijos durante la semana".

El hombre contó que tres de sus cuatro hijos van a una escuela albergue en la Villa San Agustín, donde no sólo les dan desayuno, almuerzo y merienda, sino también clases de música, gimnasia y tecnología. Son materias especiales que se dejaron de dictar en la escuela de Chucuma. "Sin darnos explicaciones el Ministerio de Educación levantó las horas de estas materias como también el comedor escolar. Ahora los chicos sólo tienen la copa de leche -contó José González, director de la escuela Baldomero Fernández Moreno, fundada hace más de cien años en Chucuma-. Es por eso que algunos padres prefieren mandar a sus hijos al albergue porque hay más materias y porque el municipio los traslada gratis".

Según el director, este es uno de los factores por el que se redujo la matrícula en más de un 50 por ciento en los últimos ocho años. En el 2002 concurrían 40 niños a esta escuela, ahora son 18 en total. Y el futuro no es muy prometedor. Desde el 2011 al 2014 este establecimiento no tendrá alumnos en el Nivel Inicial. En ese lapso no habrá en el pueblo ningún niño en edad para ingresar al jardín. "De los pocos matrimonios jóvenes que quedan en el pueblo, la mayoría tiene un solo hijo y no han planificado agrandar la familia por una cuestión económica -dijo María Ester Gordillo, maestra de Primero a Tercer grado de la escuela Moreno-. En el pueblo ahora hay dos mujeres embarazadas, y sus hijos serán los alumnos del jardín en el 2014. Espero que el Ministerio de Educación no nos levante el Nivel Inicial ni cierre la escuela".

Hugo Ferreira, maestro de Cuarto a Sexto grado, dijo que está decidido a luchar para que eso no ocurra. Contó que el año que viene va a hacer que su hija de 3 años haga el jardín de infantes en Chucuma.

Susana Olguín acomodó las bolsas llenas de lana de oveja para trabajar un poco más cómoda en la habitación de adobe y techo de caña a punto de derrumbarse, donde instaló el telar. Allí comenzó a tejer ponchos, peleros, bolsos y fajas con la esperanza de venderlos el mes que viene en La Majadita, donde se hará el Festival del Chivo. Esta mujer que participó en ferias de artesanías tanto a nivel provincial como nacional, todavía no logra subsistir con el saldo de su trabajo. Dijo que a pesar de que en Chucuma todavía quedan artesanos, el Gobierno municipal no les da ningún tipo de apoyo ni promoción. Sostuvo que hasta tiene que salir a la ruta para ofrecer sus artesanías.

Héctor Lucero tampoco tiene muchas posibilidades para vivir del arte. Por eso ha memorizado la fecha de cada fiesta departamental para concurrir con sus dinosaurios, mates y demás artesanías hechas en madera con miras a venderlos. "La mayor época de venta se da cuando se hace el Safari Tras las Sierras, y en las vacaciones de verano -contó-. Pero igual yo trato de ir a todas las fiestas por las dudas, y porque en ellas siempre me encuentro con algún vecino que se fue del pueblo para estar mejor".