El duelo entre dos equipos con vinculación religiosa (Desamparados por el nombre de la parroquia y Patronato con el nombre del estadio “Presbítero Bartolomé Grella”) contó con un árbitro que fue condenado al infierno por las 15.000 personas que presenciaron el partido. La hinchada le dio un recibimiento celestial al equipo dueño de casa pero vomitó diablos con la expulsión de Britez. El arbitro rosarino Rubén González se mostró siempre muy sensible con las tarjetas (7 amarillas y 2 rojas) sin importar el color de la casaca.