Cambiaron los tacos altos, los vestidos o las camisas y pantalones de vestir por las remeras y las zapatillas. Y además de paraguas, en sus bolsos llevaron bolsas de nylon, toallas y hasta ojotas o gomones. Esta vez, el público que asistió a ver a Maná tomó previsiones ante el chaparrón que obligó a suspender el show el viernes y frente al pronóstico de nuevas lluvias para anoche.

Pese a todo, incluso a unos charcos que habían quedado de la víspera y las quejas por la ubicación en el sector preferencial, el ánimo en la previa del espectáculo fue el mejor y la gente mostró la mejor onda para tomarse un desquite y disfrutar el talento de los mexicanos.

Los paraguas fueron la mejor opción a la hora de tomar previsiones, pero no faltaron los que llevaron bolsas de residuos abiertas en los laterales previamente para poder cubrirse o directamente algunos pilotos o ponchos impermeables.

Pero además, se aseguraron ojotas y también abrigo, ya que quienes estuvieron el viernes sintieron el drástico descenso de temperatura.

A las 18,16 abrieron el predio y ya había media cuadra de fila. Y lo particular fue que esas personas no eran las que buscaban una mejor ubicación en el campo, sino las que pagaron las entradas más caras, las de $1.600, pues no quisieron repetir lo del viernes.

Es que, según se quejaron, no fueron respetadas las ubicaciones de las sillas y no querían llegar con lo justo para evitar problemas. De todas maneras, ayer el único sector donde permanecieron largas colas y quejas fue precisamente el de sillas numeradas, por el mismo inconveniente.

El resto fue acomodándose a medida que pasaron las horas y rogando que el cielo les diera una tregua para que el pronóstico de lluvia no se cumpliera, al menos hasta que terminara el show. El lugar, pese a haber quedado anegado el viernes, no estaba en tan malas condiciones.

Las acomodadoras en los sectores numerados ayudaron a limpiar o secar las sillas, mientras que pese a un par de charcos en el campo de juego (uno más grande cerca del vallado), el resto permitió que la gente pudiera esperar el espectáculo sin tener que preocuparse por el barro.

Los fans

Madre e hija, prevenidas

Susana Montiveros es la fanática pero a su hija, Luján Cuello, también le gusta Maná. Por eso, las dos fueron a ver el show. Eso sí, tomaron también sus precauciones y además de llevar ropa sport, no faltaron el paraguas y hasta las ojotas en un bolso.
De novios por Maná

Gabriela Ariza y Santiago De la Presilla se pusieron de novios mientras escuchaban Vivir sin aire. El viernes fueron de vestidos de punta en blanco, pero ayer, con paraguas y ropa deportiva por previsión, por fin vieron a su grupo favorito en vivo.
Con reposeras y por revancha

Llegaron con sus reposeras y, en una buena ubicación frente al escenario, esperaron tranquilos el show. Carlos Ganzitano, su esposa Carina y su hijo Iván viajaron otra vez desde Caucete para ver a Maná y no quedarse con las ganas como el viernes.
Prevenidas y con abrigo

Mariela Gómez y Celina llevaron dos paraguas, bolsas de residuos y camperas, todo en 
un bolso, para estar listas ante cualquier desafío que propusiera la Naturaleza. El objetivo era disfrutar un show de alto nivel entre madre e hija.