"¡A ver el grito de las mujeres! ¡A ver el silbido de los vagos!", arengaba Melisa, autora e intérprete de la canción del Carnaval por Siempre desde el escenario, durante el festejo del sábado por la noche. Desde los dos costados de la calle Mendoza, frente a la plaza de Chimbas, salían los gritos y silbidos en respuesta de las 125.000 personas que esperaban el inicio del corso el sábado por la noche. Ya había pasado el carruaje denominado Incansable Viajero, llevando a Evangelina Carrozo, madrina del Carnaval por Siempre, y a la reina y primera princesa 2011, Verónica Linares y Carla Sánchez, además de la Reina Infantil, Lucía Morvillo.

Ahora llegaba la parte que más nervios desataba, sobre todo entre los integrantes de las 11 agrupaciones que este año compitieron por el trono de mejor comparsa, murga, pasista y bailarines, entre otros rubros. Un jurado integrado por personalidades de la cultura, los medios de comunicación y distintas instituciones chimberas, aguardaba con sus planillas el paso de las agrupaciones, para empezar a evaluar.

La calle era de los chicos. Con tarros de espuma que parecían no acabarse más, hacían blanco en cualquier cosa que se moviera, desde perros hasta personas. El propio intendente Mario Tello llegó al palco oficial, donde lo esperaba el gobernador José Luis Gioja y el vicegobernador Rubén Uñac, con la camisa y el pelo empapados por la espuma. Como la mayoría del público estaba integrado por familias enteras, era bastante común ver a grupos con sus heladeritas y sus envases herméticos, compartiendo bebidas y sandwiches antes y durante el corso. Cerca del palco, los chicos competían para ver quién se animaba a estrecharle la mano al gobernador, que entre risas respondió a cada uno y hasta compró bolsitas de pochoclo para regalar a los niños que lo venían a saludar.

La demora en iniciar (el corso estaba previsto para las 22 y arrancó cerca de la medianoche) no desanimó a nadie: por el contrario, todos se quedaron en su lugar y aún cuando ya estaban por empezar a desfilar las comparsas, seguía llegando gente a la calle Mendoza. Y cuando empezó la competencia, fue el delirio: al ritmo de las batucadas, todos aplaudieron y gritaron para apoyar a la agrupación de su preferencia. Las máscaras sueltas y los carruajes completaron el cuadro, que pobló de luz y sonido la calle Mendoza hasta bien entrada la madrugada.