Era un día como cualquier otro, como hoy. Pero era el último de los trenes en San Juan. Era un 10 de marzo de 1993, el reloj marcaba las 13 y el tren se estaba por ir. Desde hacía unos días la gente sabía que los viajes en vagones ya no existirían y sabían con certeza, pero sin querer creerlo, que ese sería el último. “Mucha personas lloraban porque pensaban que ya no iban a volver a la provincia. Es que los pasajes de colectivos eran muy caros”, comentó Remo Martín Castro, ex inspector de trenes. El hombre se tomó una foto con un nieto horas antes de que el vehículo se fuera, de fondo en la imagen se observa el esqueleto del Centro Cívico.

Además de familias que dejaban escapar lágrimas, también había personal ferroviario triste. “Los más viejos eran los que lloraban porque el tren era parte de su vida, eran como otra familia más que se alejaba”, dijo Remo.

El hombre recordó que diariamente a las 6 de la mañana el tren que iba a Marquesado, Rivadavia, desde la Capital, se llenaba de uniformados de verde que conversaban con los niños que les preguntaban cientos de cosas. Eran jóvenes pertenecientes al Regimiento de Infantería de Montaña 22 y al Tercer Grupo de Artillería.

Por otra parte, también se acordó de lo que vivió cuando era apenas adolescente, en la plataforma libre de los vagones ponían los heridos del terremoto del “44 sobre pasto y los llevaban hacia Mendoza.