Tal como estaba previsto, en la mañana de este jueves de desarrolló el tradicional Tedeum en el marco de las celebraciones por el 25 de mayo, en San Juan. Esta vez, la misa se llevó a cabo en la Iglesia de Cristo Rey, ubicada frente a la plaza de Caucete y contó con la presencia de funcionarios del Gobierno, encabezados por el gobernador Sergio Uñac. En su homilía, el obispo Auxiliar de San Juan de Cuyo, Gustavo Manuel Larrazábal, pidió "trabajar codo a codo" de modo urgente por los más pobres.

"El pueblo de nuestra Nación demuestra, una y otra vez, la clara voluntad de responder a su vocación de ser buenos samaritanos unos con otros: ha confiado nuevamente en nuestro sistema democrático a pesar de sus debilidades y carencias, y vemos cómo se redoblan los esfuerzos solidarios para volver a tejer una sociedad que se fractura. Nos preocupa que al celebrar los 40 años ininterrumpidos de la Democracia en nuestro país el clima que percibimos sea de confrontación, malos tratos y peleas. También los medios de comunicación nos transmiten esa realidad", afirmó el sacerdote.

Y continuó: "Los momentos o situaciones de desencuentro producen sufrimiento y desazón. Pero especialmente, esto se percibe en el crecimiento de la pobreza que se expande y crece. Muchas veces, ante discusiones estériles o agresiones, me pregunto: ¿Qué pensaran al respecto los más pobres? ¿Los que no tienen trabajo? ¿los que viven amuchados en una misma pieza? Por eso si la Nación sufre, más sufren los pobres".

En ese contexto, afirmó, "este es un reclamo de una deuda que sigue vigente y se acrecienta y que además se lee en los rostros de miles de hermanos que no llegan a vivir conforme a su dignidad de hijos de Dios. No hay tiempo que perder. Es urgente ponernos a trabajar codo a codo en un mismo rumbo".

Al mismo tiempo, destacó: "En estos días la Iglesia en la Argentina ha hecho un aporte a través de la Comisión Nacional de Justicia y Paz con propuesta de trabajar 10 temas y alcanzar consensos sobre demandas sentidas de la comunidad. Hay que dar señales claras de no pasar delante del que sufre con indiferencia. Hay que dar señales claras, no alcanza una selfie con telón de fondo en contextos de pobreza. Hay que buscar - todos tenemos que hacernos cargo de la parte que nos toca- curar heridas, cargar al sufriente sembrando sentido de esperanza cierta de superación. Ponerse la Patria al hombro es hoy un desafío que no podemos soslayar, que exige capacidad de dialogo concreto y evaluable, ceder en algo para que ganen los que siempre pagan los platos rotos".

En otro punto de la homilía, afirmó: "Todos los días hemos de comenzar una nueva etapa, un nuevo punto de partida. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan: esto sería infantil, sino más bien hemos de ser parte activa en la rehabilitación y el auxilio del país herido. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia religiosa, filial y fraterna para sentirnos beneficiados con el don de la Patria, con el don de nuestro pueblo, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos".

Para finalizar sostuvo: "No tenemos derecho a la indiferencia y al desinterés o a mirar hacia otro lado. No podemos 'pasar de largo'. Tenemos responsabilidad sobre el herido que es la Nación y su pueblo. Nuestra Patria está signada muy profundamente por la fragilidad: fragilidad de nuestros hermanos más pobres y excluidos, fragilidad de nuestras instituciones, fragilidad de nuestros vínculos sociales. Cuidemos la fragilidad de nuestro Pueblo herido. Cuidemos la fragilidad de nuestra Patria. Cada uno pagando de su bolsillo lo que haga falta para que nuestra tierra sea verdadera Posada para todos, sin exclusión de ninguno. Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con esa actitud solidaria y atenta, actitud de projimidad del Buen Samaritano".