Martín Guevara, Gustavo Molina, Fernando Más y sus familias llegaron a la Difunta Correa el sábado cerca de las 10. Buscaron una linda zona para acampar.

Pusieron carpas, mesas y sillas y prendieron el fuego para comer asado. Junto a ellos, la familia Ortega de Zonda, hizo lo mismo, pero ellos llegaron al oratorio cerca de las 11 del sábado. Al igual que estos gauchos hubo miles de grupos familiares que coparon el paraje Vallecito con el fin de ver a Jorge Rojas.

No importó que el acampe se extendiera por más de 12 horas. Es más muchos pensaban volver a sus casas un día después de haber llegado a la Difunta. Así, entre festejos, brindis, asados y mucha diversión se vivió la última noche de la Cabalgata de la Fe, en la que Rojas deleitó a todos con más de una hora y media de show.

El paraje caucetero mostró dos caras el mismo sábado en la noche. Una de ellas fue la zona de acampe y la otra el sector del escenario. Es que si bien muchos fueron solamente a ver a Jorge Rojas durante la noche, hubo miles de personas que se quedaron desde el sábado en la mañana para esperar la actuación del músico. 

Mientras en las zonas de acampe, se escucharon a la distancia los shows, en el predio donde estaban los espectáculos la gente disfrutó la fiesta de manera tranquila. Sin fuego junto a las familias, comiendo comida comprada o sánguches que llevaron desde las casas y sentados en sillas, el público disfrutó de cada artista que subió a escena. Antes que Jorge Rojas, los más aplaudidos fueron los payadores, que durante varios minutos homenajearon a los Héroes de Malvinas, por conmemorarse ayer un nuevo año de la guerra.

Entre los payadores estuvo Nicolás Membrini, de Jesús María. Después fue el turno de Jorge Rojas. El músico, que también participó de la cabalgata, subió a escena cerca de la 1 y tocó hasta pasada las 2,30. Hizo un recorrido por sus grandes éxitos y la gente no paró de bailar junto al escenario. Con aplausos, gritos y hasta algunos carteles sus fans demostraron su amor y él les respondió con besos, sonrisas y mucha alegría.
 
Al mismo tiempo, en la zona de acampe los grupos familiares disfrutaron de otra forma el festejo, pero todos escucharon a Jorge Rojas. Algunos prendieron el fuego al mediodía del sábado y lo mantuvieron encendido hasta ayer en la madrugada. Con las pilchas gauchas, llenas de tierra y olor a humo, los caballos atados junto a las carpas y con los niños viviendo la aventura de dormir fuera de casa, las familias vivieron una fiesta en cada uno de los campamentos.

Algunos llegaron con carpas enormes y otros hasta edificaron una casa precaria con nailon, pedazos de mediasombra y los acoplados de los camiones. Y si bien la mayoría llevó donde dormir, no faltaron las personas que se recostaron en los bancos del oratorio o en colchones al aire libre. Todos agradecieron que la noche no fuera tan fresca como en otras ocasiones. En los miles de campamentos, las anécdotas de la Cabalgata de la Fe no faltaron, al igual que los brindis y las fotos. 

‘Nosotros nos quedamos para ver a Jorge Rojas y recién nos vamos mañana‘, dijo Julieta Mercado, una de las paisanas que llegó al paraje en una yegua luego de cabalgar con su mamá, su papá y sus hermanos. Al igual que ella hubo mucha gente que hizo lo mismo, para disfrutar del cierre de la 28va Cabalgata de la Fe a la Difunta Correa.